De esta tierra surgió la luz que iluminó la selvatiquez del
mundo occidental y le dio el pensamiento y la filosofía. La armonía, el color y
la brillantez eran portentos de inmortalidad, la sabiduría el eco de la voz de
Júpiter. No había un arte que Grecia no hubiera producido ( y el arte es algo
divino), tanto si se trataba de las matemáticas, la razón, el teatro, la
poesía, la escultura, la pintura, la columna o el pórtico, la ciencia, la
medicina, la astronomía, la filosofía, la simetría, la proporción o la música.
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