En 272 d. C., Aureliano encontró una tenaz resistencia
cuando sitió Tiana (al sudeste de Turquía). En su frustación al ver cómo se
prolongaba el asedio, exclamó: "No dejaré ni un perro vivo en esta ciudad".
Cuando Cayó Tiana, Aureliano decidió mostrarse clemente con los ciudadanos y
dijo a sus soldados que mataran sólo a los perros. Pese a verse privadas del botín
que esperaban obtener, las tropas aceptaron su decisión de buen grado, como si
fuera una broma.
( Historia Augusta en "Vida de Aureliano")
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