El fue el primero que se
atrevió a sostener la noción de que el poder de los romanos no residía en las
armas, ni en los petos de las corazas, ni en las lanzas o las innumerables
tropas, sino que era necesario otro tipo de poder y de providencia, la cual,
para quienes gobiernan de acuerdo con la voluntad de Dios, procede calladamente
de esa fuente, capaz de someter a todas las naciones y de convertir en dulzura
todo salvajismo, pues solo a ella se rinden las armas, los arcos, la
caballería, la intransigencia de los escitas, la audacia de los alanos, la
furia de los masagetas.
Si los godos no han sido
aniquilados por completo, no debe proferirse queja alguna. ¿Qué era mejor,
cubrir Tracia de cadáveres o de campesinos?. ¿Llenarla de tumbas o de hombres
vivos?. Oigo decir a quienes regresaron de allí que sus habitantes se dedican
ahora a convertir el metal de sus espadas y de sus petos en azadas y hoces de
poda, y que sin dejar de mostrar un distanciado respeto a Ares (dios de la
guerra), ahora ofrecen plegarias a Demeter (diosa de la agricultura y de la
fertilidad) y a Dionisos
(dios del vino).
( Temistio )
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