Escritor,
estadista y monje romano, nació hacia 490 y murió hacia 583. Su nombre completo
era Flavio Magno Aurelio Casiodoro Senador, éste último, un sobrenombre. Aunque
era de ascendencia siria, su familia había sido por más de tres generaciones
una de las más importantes de Bruttium (sur de Italia). Su bisabuelo había
defendido con éxito a Bruttium durante la invasión de los vándalos de 455; su
abuelo fue notablemente favorecido por Valentiniano III y Accio, pero se retiró
pronto de su honorable carrera. Su padre pasó por todos los niveles de la
magistratura y por fin fue nombrado prefecto pretoriano y patricio por
Teodorico.
Casiodoro,
o más apropiadamente, Senador, nació en la finca paterna de Scyllaceum
(Squillace) y en 490 o un poco antes hizo su primera aparición como consejero
del prefecto pretoriano cerca del año 501. Un panegírico sobre Teodorico atrajo
la atención de este príncipe y entre 507 y 511 nombró a Casiodoro cuestor (N.
del T. Cuestor era un magistrado que en la ciudad y en los ejércitos tenía
funciones de carácter fiscal principalmente). Teodorico prescindió de la regla
que prohibía a un magistrado de aquel tiempo gobernar su propia provincia a
favor del padre de Casiodoro y una segunda vez cuando Casiodoro fue nombrado
corrector, es decir, gobernador de Lucania y Bruttium. Fue cónsul en el 514 y
ministro en 526 cuando Teodorico murió. Desde el tiempo de su cuestura permaneció
como consejero regular del rey y mantuvo su influencia a lo largo de la
regencia de Amalaswinta, que le nombró prefecto pretoriano. Pero el poder de
los godos estaba en crisis. Atalarico, el hijo de Amalaswinta, murió en 534 y
ella fue asesinada en 536 por Theodahadus, a quien había hecho rey y que a su
vez cayó víctima de Witiges, apresado en 540 por Belisario, el general
bizantino. Casiodoro decidió retirarse. Muchos años antes San Benito de Nursia,
había fundado entre las ruinas del templo de Apolo en Montecasino, un
monasterio que iba a servir de modelo para todo Occidente y la institución que
Casiodoro erigió en sus tierras, el monasterio de Virium, era sin duda una
imitación de la de Benito. Allí permaneció el resto de sus días, que deben
haber sido muchos, pues se dice que a la edad de noventa y tres años todavía
estaba escribiendo. Si nació en 490, no debe haber muerto antes de 583.
Los
escritos de Casiodoro se pueden clasificar según las dos grandes divisiones de
su vida, es decir su carrera pública y su retiro religioso. Mientras estaba en
lo público su obra trata de política y asuntos públicos. Aun quedan fragmentos
de dos de sus panegíricos que, según una antigua tradición entre los
funcionarios romanos, dedicó a los reyes y reinas góticos. Uno estaba dirigido
a Eutarico, el yerno de Teodorico (518 ó 519), el otro fue pronunciado en
Rávena en la ocasión del matrimonio de Witiges y Mateswinta (536). Una gran
riqueza de ejemplos sacados de la historia romana e ilustraciones de la
mitología sirven al propósito de resaltar los hechos heroicos presentados en
una maraña de frases vacías. En 519 Casiodoro publicó una crónica dedicada a
Eutarico, el cónsul del año. Ésta es en sustancia una lista de cónsules,
precedida por una tabla de reyes de Asiria, Lacio y Roma, acompañada de unas
pocas notas. Casiodoro usa sucesivamente un resumen de Livy, las historias de
Aufidio Baso, San Jerónimo y Próspero y la “Crónica de Rávena”. Los comentarios
históricos añadidos a los nombres de los cónsules son tomados al azar de esas
fuentes sin especial habilidad o precisión.
Desde
el año 496 Casiodoro escribió de su propia experiencia y con una pronunciada
parcialidad hacia los ostrogodos, parcialidad que también muestra en la
“Historia de los Godos” publicada entre 526 y 533 y de la que sólo tenemos el
resumen editado por Jornandes en 551. Finalmente, como legado de su carrera
oficial tenemos sus cartas reunidas en doce libros, las "Variæ", al
final de 537. La voluminosa correspondencia no contiene tanta información
histórica como cabría esperar; se han suprimido con frecuencia fechas, cifras,
nombres de personas y lugares como opuestos a la elegancia en el estilo. Por
otra parte, las digresiones inútiles y pomposas, lugares comunes sobre ética e
historia forman la base de estas composiciones. “El lector”, dice Mommsen, “con
frecuencia vacila respecto al significado de lo dicho y busca inútilmente una
razón por la que se haya dicho”. Casiodoro evita cuidadosamente todos los
detalles concretos respecto a los turbulentos tiempos en los que vivió, todo lo
que de una u otra manera pudiera ofender a godos, romanos o bizantinos. Es
incluso espléndido en su alabanza a los príncipes que se estaban matando entre
sí: Amalaswintha, Theodahadus y Witiges. Los libros VI y VII de los “Variae”
son una colección de fórmulas, la primera de una clase muy común en la Edad
Media. Estas cartas fueron diseñadas para ser usadas en cualquier ocasión en el
nombramiento de un magistrado, y sólo se necesitaba insertar el nuevo nombre.
Las cartas en los otros libros apenas son más interesantes. Sin embargo, así
era el gusto de su tiempo y la correspondencia del Papa San Símaco es igual de
insípida.
Casiodoro
parece haber comenzado sus escritos eclesiásticos con “De anima”, el cual
añadió a “Variae” como libro décimo tercero después de 540. Este pequeño
tratado expone la naturaleza y origen del alma, sus vicios y virtudes,
siguiendo principalmente las opiniones de Claudiano Mamerto y San
Agustín---Casiodoro estaba aún en la vida seglar cuando los escribió. Él da
como primer fruto de su conversión un comentario sobre los salmos que le tomó
varios años. Las obras compuestas durante su retiro religioso revelan su deseo
de hacer que sus investigaciones literarias fueran útiles a sus monjes y
también su gusto por los números y sus simbolismo. El comentario a los salmos
se basa fundamentalmente en las "Enarrationes" de San Agustín. Las
"Complexiones in epistolas et acta apostolorum et apocalypsis" son
compilaciones, y son llamadas así porque Casiodoro, en vez de comentar verso a
verso, combina varios versos y los parafrasea. Quizás se refiera a esta obra
cuando dice que ha purgado de toda herejía una exposición de Pelagio sobre la
Epístola a los Romanos. Mandó a traducir las “Antigüedades Judías” de Flavio
Josefo así como las historias eclesiásticas de Teodoreto, Sozomeno y Sócrates.
Él mismo hizo resúmenes de las traducciones de estos tres historiadores y los
combinó en la "Historia Tripartita", una composición algo
precipitada, llena de errores y contradicciones, pero, sin embargo, muy
utilizada en la Edad Media como manual de historia. En otra compilación unió
los tratados gramaticales y sus comentarios atribuidos a Donato con el libro de
Sacerdos sobre los números. Hacia el final de su vida Casiodoro le añadió un
tratado sobre ortografía, que era meramente otra colección de extractos. El
"De computo paschali" de 562 no es suya, sino una obra anónima
añadida por un copista a la crónica que Casiodoro.
De
toda la obra de este autor en su retiro monástico lo que hoy parece más
interesante es las “Institutiones divinarum et sæcularium litterarum",
escrita entre 543 y 555. Su objetivo era proporcionar a los monjes medios de
interpretar la Sagrada Escritura, aunque el plan de estudio que sugiere es
mucho más que una simple meditación sobre la Biblia. Requiere la lectura de los
comentadores, de los historiadores cristianos, a los que añade a Flavio Josefo,
de cronistas y de los Padres latinos. Recomienda las artes liberales; proclama
el mérito de los que copian la Sagrada Escritura y expone las reglas a seguir
en la corrección del texto. Finalmente, en la segunda parte, resume la teoría
de las artes liberales siguiendo la división hecha por San Jerónimo, Marciano
Capela y San Agustín. Distingue las artes, sobre todo la gramática y la
retórica, de las ciencias, que son la aritmética, geometría, música y
astronomía. Le da gran importancia a la dialéctica, a la cual considera en
parte arte y en parte ciencia. Por supuesto, Casiodoro subordina los estudios
profanos a la teología pero, diferente a Isidoro, por ejemplo, sus extractos y
compendios no dispensan al monje de hacer más investigaciones; por el contrario
provocan tal investigación al referirse a libros con los que cuidadosamente
equipó la biblioteca del convento. Soñaba con fundar la primera facultad
teológica en Roma; al menos tuvo el mérito de poner al trabajo intelectual en
el primer lugar de las ocupaciones monásticas, para el que San Benito no había
asignado un lugar. Durante su carrera pública Casiodoro intentó reconciliar las
dos razas de godos y romanos; en su retiro religioso trabajó con gran éxito en
armonizar la cultura antigua con la del mundo cristiano. La civilización
moderna fue el resultado de la alianza propuesta por él.
Influencia
de Casiodoro Sobre la Música de la Iglesia:
En su
trabajo sobre las artes liberales (De Artibus ac Disciplinis Liberalium
Litterarum) Casiodoro escribe sobre música bajo el encabezado “Institutiones
musicæ”. Este último tratado fue reimpreso por Gerbert (Scriptores eccl. de
mus. sacr., I) y es particularmente valioso para el estudio de los comienzos
tempranos de la música de la Iglesia. Casiodoro no va a las fuentes
originales---los teóricos griegos---puesto que su conocimiento del sistema
musical griego era el único conocido entonces y el que él enseñó a sus monjes.
Le tomó prestado al autor romano Albino, cuyas obras se han perdido. Casiodoro,
con Baecio, es el principal exponente de la teoría de la música entre la
antigüedad y el principio de la Edad Media. Por esta razón sus escritos han
sido de gran ayuda para los muchos estudiosos que se han ocupado de la
restauración del canto de la Iglesia, especialmente respecto a su ritmo,
siguiendo las más antiguas tradiciones. Sus obras contienen también información
instructiva sobre los instrumentos musicales que se usaban en sus días, sobre
todo la flauta, la chirimia, la gaita, la flauta de pan y el órgano.
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