Gesio
Floro (en latín: Gessius Florus) fue el procurador romano de Judea entre los
años 64 y 66. Era natural de Clazómenas en la provincia de Esmirna (Turquía).
Fue designado procurador por el emperador Nerón, para sustituir a Lucceius
Albinus.
En
esta decisión influyó la amistad de la esposa de Gesio Floro con Popea Sabina,
la esposa de Nerón. Se considera que su avaricia, falta de equidad e
incompetencia fue una de las causas que motivaron los disturbios de Jerusalén
que desencadenaron la primera guerra judeo-romana.
Al
tomar posesión de su cargo en Cesarea, aplicó la política de favorecer a la
población griega local, en menosprecio de los habitantes judíos. En una ocasión
los sacerdotes judíos estaban realizando el culto, y un griego sacrificó varias
aves sobre un recipiente de barro a la entrada de la sinagoga, un acto que
hacía que el edificio quedara ritualmente impuro. En respuesta a esta acción,
los judíos solicitaron una audiencia con Gesio Floro para pedir una reparación.
A pesar de aceptar un pago de ocho talentos para escuchar el caso, Floro se
negó a oír las quejas de los judíos y mando encarcelar a los peticionarios. En
otra ocasión ordenó retirar diecisiete talentos del tesoro del Templo de
Jerusalén, afirmando que el dinero era para el Emperador.
En respuesta a esta acción, se produjeron
disturbios. Florus reaccionó enviando el ejército a Jerusalén con la finalidad
de arrestar a los líderes de la revuelta, los cuales tras ser detenidos fueron
azotados y crucificados, a pesar de que muchos de ellos eran ciudadanos romanos.
Tras el estallido de la Gran Revuelta Judía del año 66, fue reemplazado como
procurador por Marco Antonio Juliano.
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