San Jerónimo decía que él mismo
había sido un amigo muy intimo del rey godo Ataulfo en Narbona, y que había
escuchado con frecuencia lo que este ultimo, cuando el humor, la salud y el
carácter le eran propicios (queriendo decir después de haber bebido unas
cuantas copas), acostumbraba a responder cuando se le preguntaba. Parece que al
principio deseaba hacer desaparecer por completo el nombre de Roma y convertir
la totalidad del territorio romano en un imperio godo, tanto por su
organización como por su nombre, de tal forma que, por utilizar la expresión
popular, Gocia ocupara el lugar de Roma, y el, Ataulfo, se convirtiese en lo
que antaño había sido Cesar Augusto. Tras descubrir por una larga experiencia
que los godos, debido a su desenfrenada barbarie, eran totalmente incapaces de
someterse a una legislación, y creyendo no obstante que el estado no debía
carecer de leyes, ya que sin ellas un estado no es tal estado, Ataulfo opto por
perseguir al menos la gloria de restaurar y acrecentar la fama de los romanos
con el poderío de los godos, pues deseaba ser recordado por la posteridad como
el restaurador del imperio romano.
( Orosio )
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