Deseamos que todos los pueblos gobernados por la guía de nuestra
clemencia estén versados en esa religión que es evidente que es la el Santo
Dios y que el apóstol Pedro entregó a los romanos, y que profesa el papa Dámaso
y Pedro, obispo de Alejandría. Ordenamos
que las personas que sigan esta norma lleven el nombre de cristianos
católicos. El resto, sin embargo, a quienes consideramos dementes y locos,
continuarán soportando la infamia de los dogmas herético
( Código
Teodosiano )
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