Entonces al ver al emperador en
lo alto de la tribuna dispuesto ya a pronunciar unas palabras muy moderadas,
pues creía que iba a hablar ante un auditorio benévolo (el de los sármata), uno
de ellos, agitado por una extraña locura, le agarro del zapato cuando estaba en
lo alto y exclamo: "Marha, marha" —que entre ellos es un grito
bélico— . Rápidamente le siguió una muchedumbre de gentes que levantaron de
repente sus estandartes bárbaros y, lanzando fieros alaridos, se lanzaron
contra el propio emperador. Pero lo que sucedió después fue que a pesar de que
no iban bien equipados debido a la rapidez del ataque, amenazadores y con sus
gritos de guerra, los soldados romanos se lanzaron contra las bandas de
obstinados enemigos. Mataban todo lo que se encontraban en su camino, pisando
sin distinción a vivos, heridos y muertos. Los rebeldes se sentían ya
derrotados, pues unos estaban muertos, otros se habían dispersado por miedo, y
el resto intentaba en vano salvar su vida mediante suplicas, pero eran
asesinados después de recibir repetidos golpes.
( Amiano Marcelino )
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