El
primer templo que vieron construido así estaba en una ciudad de los dorios.
Como quisieron poner columnas en este templo y no tenían la medida de las
proporciones, investigaron cómo hacerlas para que no sólo fuesen aptas para
soportar la carga, sino que también fuesen de aspecto agradable por sus
proporciones. Midieron la huella de un pie humano y la relacionaron con su
altura. Cuando supieron que el pie era la sexta parte de la altura de un
hombre, transfirieron esta relación a la columna. Hicieron la altura del fuste,
incluido el capitel, seis veces mayor que la anchura de su base. Así fue como
la columna dórica aportó a los edificios las proporciones de un cuerpo varonil
y su solidez y belleza.
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