La pereza es la madre de
todos los males.
( Sófocles)
Esa frase de Sófocles “La pereza es la madre de todos los males” se encuentra escrita en su obra Áyax, que es una tragedia sobre el héroe homérico que se suicida por deshonra. En esta obra, Sófocles muestra las consecuencias de la arrogancia, la ira y la falta de moderación, que son vicios opuestos a la virtud. La frase en cuestión la dice el coro, que lamenta la situación de Áyax y le aconseja que se arrepienta y se reconcilie con los aqueos.
Partiendo del contexto histórico
del que procede Sófocles, debemos
entender que los antiguos griegos valoraban el esfuerzo y la dedicación en
todas las áreas de la vida. Consideraban que la pereza, entendida como la falta
de voluntad para realizar las tareas necesarias, era un vicio que conducía a
consecuencias negativas. Desde esta perspectiva, Sófocles intenta transmitir un
mensaje contundente y práctico. En la Antigua Grecia, se comprendía que el
progreso y el bienestar personal y social se lograban mediante el trabajo
constante y la superación de obstáculos. La pereza, por el contrario, era vista
como un obstáculo para alcanzar los objetivos y cumplir con las
responsabilidades. Este vicio podía llevar a la inactividad, a la falta de
desarrollo personal y, en última instancia, a la decadencia individual y
colectiva.
En todo caso, como reflexión, diré que La pereza es la madre de todos los males, porque impide el desarrollo de las virtudes que es lo que puede hacer al hombre feliz y bueno. La pereza es una falta de moderación, que es el justo medio entre el exceso y el defecto. El hombre moderado es el que actúa según la razón, buscando el bien y evitando el mal. El hombre perezoso, en cambio, se deja llevar por los placeres y los deseos, descuidando sus deberes y sus fines. Así, se aleja de la sabiduría, que es el conocimiento de las causas y los principios de las cosas, y de la prudencia, que es la capacidad de elegir lo mejor en cada situación. El hombre perezoso también se priva de la amistad, que es el vínculo más noble entre los seres humanos, basado en la benevolencia y la reciprocidad, que es algo que hay que trabajarse, y por esto el hombre perezoso no puede tener amigos ni aprecio ni el respeto de los demás.
El hombre perezoso no se preocupa por los demás, ni por la comunidad, porque igualmente no es capaz de hacer nada con esta voluntad tan aflojada; ni siquiera por la justicia, que es dar a cada uno lo suyo, y por esto en la pereza está la causa de muchos males. Por todo ello, el hombre perezoso inevitablemente se condena a una vida miserable e infeliz, llena de males y sufrimientos, por esta mala voluntad que le impide esforzarse y luchar. Por eso, debemos combatir la pereza con el hábito de la virtud, que se adquiere con la práctica y la educación. Y solo así podremos alcanzar la felicidad, que es el fin último de todo ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario