Para los
hombres, nada dura: ni la noche estrellada, ni las desgracias, ni la riqueza;
todo esto de pronto un día ha huido.
La
frase pertenece al poeta trágico griego Sófocles (Colona, 496 a. C. - Atenas,
406 a. C.), autor de obras maestras como Antígona y Edipo rey. Esta frase
refleja una visión de la vida humana marcada por la fugacidad, el cambio y la
incertidumbre. Nada es permanente ni seguro para los hombres, ni siquiera lo
que parece más hermoso o más doloroso. Todo puede desaparecer de un momento a
otro, sin previo aviso.
Esta
idea puede resultar desalentadora o angustiante, pero también puede tener una
lectura positiva. Si nada dura, entonces podemos apreciar más lo que tenemos en
el presente, sin darlo por sentado ni aferrarnos a ello con ansiedad. Podemos
disfrutar de la belleza de la noche estrellada, sin temer que se acabe; podemos
soportar las desgracias, sabiendo que no son eternas; podemos usar la riqueza
con generosidad, sin apegarnos a ella con codicia. Podemos vivir con más
libertad y más gratitud, aceptando el fluir de la existencia.
Sófocles
fue un hombre que supo aprovechar su vida al máximo. Fue un poeta prolífico y
exitoso, que ganó numerosos concursos teatrales y que innovó en el género de la
tragedia griega. Fue también un ciudadano comprometido con su patria, que
participó en la vida política y militar de Atenas. Fue un amante de la belleza
y del conocimiento, que cultivó la música, la danza y la amistad con otros
sabios como Heródoto
y Pericles. Murió a
los noventa años, siendo venerado por sus contemporáneos como un modelo de
virtud y de talento.
Su
obra nos ha legado un testimonio incomparable de la cultura y el pensamiento
griegos, así como de los conflictos universales del ser humano. Sus personajes
se enfrentan a dilemas morales, a pasiones desbordadas, a destinos adversos,
pero también muestran su valor, su inteligencia, su compasión y su dignidad.
Sus tragedias nos hacen reflexionar sobre temas como la justicia, el poder, el
amor, la familia, el deber, el conocimiento y el sentido de la vida.
La frase que os he expuesto nos invita a tomar conciencia de nuestra condición humana, limitada y vulnerable, pero también capaz de crear belleza y significado. Nos anima a vivir el presente con intensidad y con sabiduría, sin olvidar que todo es efímero y que debemos estar preparados para el cambio. Nos recuerda que somos parte de un cosmos maravilloso y misterioso, que nos ofrece oportunidades y desafíos constantes, siendo la vida un constante fluir, como un baile en el que todo está en movimiento.
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