Julio, eres como Faetón, que
insistió en pedir prestado por un día el carro de Febo, su padre, el dios sol,
y fue tan grande la conflagración, que Júpiter castigó a Faetón arrojándolo al
mar para salvar al mundo. Yo no sé si tú eres el que profetizaron las Sibilas o
será otro que vendrá en otra época del futuro. No soy adivino; pero seguro que
acabarás mal si sigues como hasta ahora. Aún hay romanos que aman la República
como forma de gobierno, aunque ya no exista. Aún aman a la libertad. Hay un
movimiento para poner una corona sobre tu cabeza, Julio, y morirás.
RESPUESTA DE CÉSAR:
No eres un verdadero
político, Marco. ¿Es que los sufrimientos y el destierro no te han enseñado
nada? Ten cuidado, no vaya a ser que tú tengas un fin peor que el mío.
Retírate. Escribe. Deja de entrometerte en cosas que no te importan. Ya no eres
joven y tienes el cabello casi blanco. Pasa tus últimos días en paz. Dedícate a
tus leyes, vive tranquilo. Te doy ese consejo porque te aprecio.
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