Cayo Julio César (100-44 a.C.) creó los cimientos del futuro
sistema imperial romano al final de la República. Al no tener César herederos
varones, en su testamento estableció la condición de que su sobrino nieto,
Octavio, se convirtiera en su sucesor. Octavio fue el primer emperador de Roma
con el nombre de Augusto.
La conquista romana de Hispania comprende el periodo entre
el desembarco romano en Ampurias (218 a. C.) y la conclusión de la conquista
por César Augusto (19 a. C.). Cuando Quinto Sertorio se enfrentó al partido de
los aristócratas de Sila en 83 a.C., fue derrotado y se refugió en Hispania,
donde continuó la guerra contra el gobierno de Roma.
Pompeyo terminó con Quinto Sertorio utilizando más la
intriga política que la fuerza militar. El apoyo peninsular a Pompeyo provoca
una nueva guerra en Hispania entre seguidores de Pompeyo y los de Julio César.
Julio César invade Hispania en su lucha contra Pompeyo. Pompeyo se había
refugiado en Grecia, y César pretendía eliminar el apoyo a Pompeyo en
occidente. Esta guerra finalizó en 49 a. C. con la victoria de Julio César.
La primera batalla tuvo lugar en Ilerda (Lérida), donde
venció César. En la Bética, Varrón trataba de hacerse fuerte, pero los locales
simpatizaron más con César, recordando todo lo que había hecho por ellos cuando
era gobernador de Hispania.
Pese a la muerte de Pompeyo, sus partidarios seguían
controlando muchos territorios de Hispania. La batalla de Munda, en 45 a. C.,
acabó con las aspiraciones de los pompeyanos supervivientes, sus hijos Cneo y
Sexto.
La victoria de César
en Hispania fue determinante para su carrera política y le permitió regresar a
Roma para ser investido como dictador perpetuo. Fue asesinado un año más tarde.
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