Mitrídates VI, rey del Ponto, era aficionado a la medicina.
Algunos de sus cortesanos se le ofrecían para que los abriese y los
cauterizase. Aquello era el colmo de la adulación, pues lo lisonjeaban no con
palabras, sino con obras. En efecto, pensaba que la confianza que depositaban
en él era testimonio de su habilidad.
( Plutarco en "Cómo distinguir a un adulador de un
amigo")
No hay comentarios:
Publicar un comentario