CARTA DE CICERÓN:
Aunque los griegos declaran
que la guerra es una de las artes , y
que el juego más importante de todos es la caza del hombre por el hombre, he de
hacer observar que el hombre es el único ser que caza y asesina a los de su
propia especie, y he descubierto que los gobiernos recurren a la guerra para
silenciar el descontento interno y unir a una nación contra un
"enemigo" o para proporcionar una prosperidad falsa al Estado cuando
las finanzas están en declive y la corrupción ha alcanzado a todos los
políticos. Los tiranos sienten un particular cariño por la guerra, pues distrae
al pueblo de toda justa queja contra ellos. También acrecienta el poder de los
tiranos, porque éstos, alegando que la patria está en peligro, pueden imponer
aún más onerosas restricciones a la libertad. Y no obstante, provocándome gran
tristeza reconocerlo, parece que a los jóvenes les gusta la guerra, ya que en
ella pueden satisfacer sus bestiales instintos mejor que en los brazos de las
mujeres. Este es un defecto fatal de la naturaleza y la base de todo mal.
CARTA DE CÉSAR:
Mi querido Marco. A pesar de
tu experiencia, serás toda tu vida un hombre ingenuo y virtuoso. ¡Qué
desgraciado debes sentirte cuando trates de reconciliar tu concepto de la
virtud con lo que tu inteligencia te dice acerca de la humanidad! Es como
tratar de mezclar el fuego y el agua. Lo que sabes y lo que anhelas no son más
que fatales e irreconciliables rasgos de tu temperamento. Los hombres como tú
están condenados al dolor y a la desesperación, porque se niegan a aceptar la
realidad de que la mayoría de los hombres miran al mundo como si fuera un
dominio particular suyo y todos sus habitantes su presa; ¡y tú crees que por la
meditación los hombres pueden llegar a ser mejores y más nobles que lo que la
naturaleza ha dispuesto! Es mejor aceptar a los hombres tal como son que soñar
con que puedan convertirse en dioses. Con tus ideas sólo puedes sembrar la
confusión entre el genero humano. Yo satisfago a los hombres, porque como los
conozco, no les pido imposibles.
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