martes, 20 de enero de 2015

CARTA DE ARISTÓN DE ATENAS AL REY MITRIDATES DEL PONTO


 

Nada nos detendrá ahora, oh poderoso Mitrídates, pues Atenas marcará el camino a Grecia. Inicié mi campaña hablando de la antigua hegemonía y riqueza de Atenas, porque en mi opinión la gente mayor piensa en la gloria del pasado con profunda nostalgia, y, por ello, es fácil seducirla con la promesa de un regreso a esos días gloriosos. Hablé en el ágora seis meses seguidos, venciendo poco a poco a la oposición y ganando prosélitos. Incluso convencí a mi público de que Cartago se había aliado con vos contra Roma, ¡y me creyeron! ¡Qué lejanos los tiempos en que los atenienses eran el pueblo más culto del mundo! Nadie sabía que Cartago fue totalmente arrasado por Roma hace casi cincuenta años. Increíble.

 

Escribo porque tengo el placer de comunicaros que acabo de ser elegido capitán militar de Atenas; escribo a mediados de Poseidón. Y me han concedido autoridad para elegir a mis colegas. Naturalmente, he elegido a hombres que creen firmemente que la salvación de nuestro mundo griego está en vuestras manos, gran rey, y que ansían ver el día en que aplastéis a Roma con vuestra bota leonina.
 

Atenas es totalmente mía, incluido el Pireo. Lamentablemente, los elementos romanos y mis enemigos jurados huyeron antes de que pudiera echarles la mano encima, pero los que han sido tan necios de quedarse -casi todos atenienses ricos que no acababan de creerse que pudieran correr peligro- ya han perecido. He confiscado todas las propiedades de los desterrados y los muertos y he reunido un fondo para nuestra guerra contra Roma.

 

Lo que he prometido a mis electores lo cumpliré, tengo que cumplirlo, pero no entorpecerá vuestra campaña, oh gran rey. Les he prometido liberar la isla de Delos de los romanos. Es un emporio muy rentable, cuyas rentas mantuvieron la prosperidad ateniense en épocas de máxima hegemonía. A principios de Gamelio, mi amigo Apelicon (magnífico almirante y diestro general) organizará una expedición contra Delos. Es una manzana podrida y no opondrá resistencia.

 

Y eso es todo de momento, mi señor y dueño. La ciudad de Atenas es vuestra y el puerto del Pireo está abierto a vuestras naves siempre que lo necesitéis.


( C. McC. )

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