Igual que en la actualidad, en la antigüedad también era posible
el "sueño romano" de ascender de posición social a base de muchos
trabajos y suerte. He aquí un párrafo que dejó escrito Artemidoro de Éfeso en
su obra "Sueños"):
"Nací en una familia
pobre. Mi padre no tenía posesiones ni casa propia. Desde el día que nací he
trabajado siempre mi tierra; ni mi tierra ni yo hemos descansado jamás. Cuando
llegaba la temporada de la cosecha y el grano estaba listo para ser recogido,
yo era el primero en segar. Cuando aparecían los grupos de recolectores que se
arriendan en Cirta, capital de los númidas, o en la fértil llanura de Júpiter,
yo era el primero en cosechar mis campos. Luego dejé mi tierra, trabajé
cosechando para otros hombres durante doce años bajo un sol abrasador. Durante
once años dirigí un grupo de recolectores y coseché el grano de los campos de
los númidas. Con mi trabajo, arreglándomelas con poca cosa, al final me convertí
en dueño de una casa y una finca rural. Hoy no me falta de nada. Incluso he
conseguido honores: he entrado a formar parte de los magistrados de mi ciudad y
mis colegas me han elegido. Yo, que empecé mi vida siendo un pobre campesino,
censor. He visto llegar al mundo y crecer junto a mí a mis hijos y nietos. He
vivido intachablemente, honrado por todos de forma merecida".
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