Creo que los soldados rasos deben rendirse. Podemos
tener la seguridad de que los itálicos van a matarnos. Y yo, desde luego, los
desafiaré hasta la muerte, porque soy el comandante y es mi deber. Mientras que
vosotros, soldados, tenéis otro deber con Roma: seguir con vida para luchar en
otras guerras, guerras en el extranjero. ¡Así que os ruego que os unáis a los
itálicos!. Si después de uniros a ellos podéis desertar y pasaros a nuestras
filas, tanto mejor. Pero, cueste lo que cueste, conservad la vida. Seguid vivos
por Roma.Los centuriones también deben rendirse. Sin sus centuriones, Roma está
perdida. En cuanto a mis oficiales, si queréis capitular, lo comprenderé; igual
que si os negáis.
DESENLACE FINAL:
Lucio Postumio tardó mucho en convencer a los soldados. Todos querían
morir, aunque sólo fuese para demostrar a los itálicos que era imposible
acobardar a los auténticos romanos. Pero al final se impuso el criterio de su
comandante y los legionarios se rindieron. Sin embargo, a los centuriones, por
mucho que les habló y porfió, no pudo convencerlos. Sus tribunos militares
tampoco quisieron ceder y murieron todos: centuriones, tribunos militares y el
propio Lucio Postumio.
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