Coeno,
hijo de Polemócrates y ahijado de Parmenio, fue uno de los generales más
capaces y fieles de Alejandro Magno en su campaña de Asia. En el otoño de 334
a. C., mientras Alejandro estaba en Caria, y mandó a aquellos soldados recién
casados a Macedonia para que pasaran el invierno junto a sus esposas, Coeno fue
uno de los comandantes que los condujo de vuelta a Europa. En la primavera del
año siguiente (333 a. C.), Coeno volvió con estos soldados y nuevos reclutas, y
se unió con Alejandro en Gordio.
Comandaba
una parte del ejército de Alejandro, y sobresalió en varias ocasiones. En todas
las grandes batallas del macedonio, Coeno comandaba el batallón de infantería
situado más a la derecha en la inmensa falange macedonia. Según la tradición
macedonia, cuanto más a la derecha estuviera tu formación, más honorable sería
tu posición. Que le nombraran comandante del mejor batallón de infantería de la
falange nos indica que era buen estratega, extremadamente inteligente en la
guerra y valiente en las batallas. Probablemente era la epítome del buen
general que hacía lo que pedía a los demás soldados.
Cuando
Alejandro había llegado al río Hífasis, y estaba ansioso por llevar sus
conquistas aún más lejos, Coeno fue el primero que tuvo la valentía de
proponerle la necesidad de regresar, y el rey no tuvo más remedio que seguir su
consejo. Pero poco tiempo después, cuando el ejército macedonio había comenzado
su regreso, Coeno murió de una enfermedad (326 a. C.), y fue honrado por el rey
con unos espléndidos funerales.
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