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JULIA LA MAYOR |
Durante su viudez de Marco
Vipsanio Agripa, Julia la hija de Octavio Augusto, se enamoró de Tiberio (el
hijo de Livia Drusila) y convenció a su padre Augusto de que la dejara casarse
con él. Tiberio, encolerizado por tener que divorciarse de su esposa Vipsania
Agripina por su causa, la trató con suma frialdad. Entonces Julia tuvo la
imprudencia de abordar a Livia, en quien confiaba a pesar de los temores que le
inspiraba, y le pidió consejo. Livia le dio un bebedizo, que debía tomar, y le dijo que en el
término de un año la tornaría irresistible para su esposo, pero que debía
tomarlo una vez al mes, durante la luna llena, y ofrecer ciertas oraciones a
Venus, sin contárselo a nadie, porque de lo contrario la droga perdería sus
virtudes y le causaría grandes daños.
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EMPERADOR TIBERIO |
Lo que Livia, en su crueldad,
le entregó, era un destilado de los cuerpos triturados de ciertas pequeñas
moscas verdes, procedentes de España, que estimuló de tal modo su apetito
sexual, que se convirtió en algo muy similar a una demente. Es cierto que
durante un tiempo encendió el apetito de Tiberio con la lujuria y el abandono a
que la empujaba la droga, en contra de su natural modestia. Pero pronto lo
fatigó y se negó a tener nuevas relaciones maritales con ella. Debido a la
acción de la droga, que se convirtió en una costumbre para ella, se vio
obligada a satisfacer sus ansias sexuales por medio de relaciones adúlteras con
todos aquellos cortesanos jóvenes en quienes podía confiar que se comportarían
con discreción. Lo hizo en Roma; en Germania y en Francia sedujo a soldados de
la guardia de Tiberio e incluso a esclavos germanos, amenazándolos, si vacilaban,
con acusarlos de permitirse familiaridades con ella y hacerlos azotar hasta la muerte.
Como todavía seguía siendo una mujer bien parecida, parece que los hombres no
vacilaban mucho.
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LIVIA DRUSILA |
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