Marco Valerio Levino (en latín, Marcus Valerius
Laevinus) fue un político y general romano del siglo III a. C. Nieto
probablemente del consular Publio Valerio Levino.
En 227 a. C., comenzó su carrera política como pretor
de Sicilia.
En 220 a. C., fue elegido consul suffectus.
En 215 a. C., fue elegido pretor peregrini tenía
competencias para regular cualquier litigio entre Roma y sus adversarios y
resolvía conflictos entre ciudadanos romanos y extranjeros, era el segundo
pretor más votado tras el praetor urbanus.
Pero debido a la crisis de la segunda guerra púnica,
al año siguiente de la derrota de Cannas, todos los magistrados civiles fueron
empleados en los mandos militares, y Levino ejerció el mando de las legiones que
regresaron de Sicilia. Envió sus tropas a Apulia para defender el país. Obtuvo
25 barcos y estuvo al mando de una flota en el Adriático para proteger la costa
de Tarento y Brindisi.
Filipo V, rey Macedonia se regocijó del avance
de Aníbal en Italia y abrazó su partido. Envió embajadores a Roma para
parlamentar con Levino, en su condición de pretor de Roma. La delegación
declaró que el Macedonia estaba lista para aliarse con Roma.
Los romanos,
contentos de encontrar aliados tras tantas defecciones en Italia motivadas por
la presencia de Aníbal, les revelaron su situación y las posiciones romanas y
enemigas. La embajada, dirigida por Jenófanes, se reunió a continuación
con los cartagineses y concluyó con ellos un tratado de alianza y de amistad,4
de acuerdo con los términos siguientes, según Tito Livio:
el rey Filipo V, con el máximo número de barcos que
pudiera conseguir (se pensaba que podía poner en el mar doscientos), debía
pasar a Italia, devastar las costas y hacer la guerra con sus propias fuerzas por
tierra y mar. Terminada la guerra, toda Italia, con la ciudad de Roma debía
pertenecer a los cartagineses y a Aníbal. Sólo a Aníbal se le reservaría la
totalidad del botín. Después de la sumisión completa de Italia, los
cartagineses debían pasar a Grecia y debían hacer la guerra a todos los reyes
que designara Filipo, todos los estados del continente y todas las islas que
rodean Macedonia pertenecerían a Filipo, y serían parte de su reino.
Los embajadores, con los diputados de Aníbal,
zarparon, pero fueron capturados por las flotas romanas de la costa adriática,
el subterfugio de Jenófanes fue descubierto, y Roma se enteró de la alianza
entre el Reino de Macedonia y Cartago.
En Italia, las defecciones continuaron. Tres
poblaciones de los hirpinos, Vercellium, Vescellium y Sicilinum, fueron tomadas
otra vez al asalto por Valerio, con lo que las revueltas llegaron a su fin.
Marco Valerio fue encargado de averiguar si los
macedonios entrarían en guerra con Roma. Si esto era confirmado, debería reunir
la flota en Tarento, y desde allí, pasar a Macedonia para contener a Filipo V
en su reino. Primero fue enviado a Brindisi, después a Lucera, y después debía
proteger con su ejército la costa de los salentinos de un eventual ataque de los
macedonios.
En 214 a. C., su mandato en la propretura fue
prorrogado y recibió el mando de las costas cercanas a Brundisium, para vigilar
los movimientos de Filipo V, rey de Macedonia. Se le asignó una de las
dieciocho legiones para la flota del mar Adriático de la que tenía el mando.
En otoño, Aníbal marchó contra Tarento e intentó que
sus soldados no practicaran pillaje en la región porque quería granjearse la
amistad de los tarentinos. Sin embargo Levino había llegado días antes y había
reclutado una pequeña fuerza y establecido puestos de vigilancia, de manera que
los tarentinos no le apoyaron debido a la presencia de la fuerza romana y el
temor a sus represalias.
Una delegación, llegada desde Oricum, le anunció que
Filipo V había intentado apoderarse de Apolonia de Iliria, aliada de Roma.
Después había tomado la propia Oricum, pequeña ciudad sin defensas. La
delegación también le informó de que el Reino de Macedonia poseía unos 120
barcos, y pidió ayuda a Roma, porque Filipo V sólo atacaba estas ciudades como
preparación de la guerra en Italia.
Marco Valerio Levino estuvo preparado para actuar
después de un año. Embarcó a sus hombres y llegó al día siguiente a Oricum, la
que conquistó sin dificultad, dada la debilidad de la guarnición dejada por Filipo
V. Allí, se enteró que Apolonia de Iliria estaba sitiada. Envió una guarnición
de 2.000 soldados de élite, comandada por Quinto Nevio Crista , uno de
sus lugartenientes, quien consiguió entrar en la ciudad.
La noche siguiente se apoderó del campamento de
Filipo V por sorpresa, y aunque el rey macedonio logró huir, 3.000 de sus
hombres fueron muertos y muchos más fueron hechos prisioneros. Apolonia se
apoderó de las máquinas de guerra, y los romanos del resto del botín. Marco
Valerio Levino, al conocer la noticia, impidió la huida de los macedonios por
mar, y tuvieron que huir por tierra hasta su país, vencido por los romanos.El
propretor pasó el invierno en Oricum.
En 213 a. C., su propretura fue prorrogada un año
más, conservando la legión y la flota que ya poseía, y obtuvo el mando de la
guerra en Grecia y en Macedonia. Convirtió a la ciudad de Apolonia en la base
romana más importante de la región, en una gran amenaza para los macedonios.
Al año siguiente, en 212 a. C., le fue prorrogado de
nuevo el mando, así como en el año 211 a. C., mientras, la guerra causaba
estragos en Italia.
Uno de los dos cónsules del año 211 a. C., Publio
Sulpicio Galba Máximo, obtuvo el mando de la guerra contra Filipo V a
principios del año 210 a. C. En Roma, en otoño, tuvieron lugar las elecciones
consulares. En primer lugar, Tito Manlio Torcuato y Tito Otacilio
Craso fueron elegidos para la primera centuria, pero el consular Tito
Manlio Torcuato llamó al orden a los electores, exhortándoles a elegir a otros
candidatos, porque él era viejo y estaba casi ciego, y no podría combatir a
Aníbal.
Se recurrió a los ancianos de esta primera centuria, quienes indicaron
tres candidatos: Quinto Fabio Máximo (quien ya había sido cónsul tres
veces), Marco Claudio Marcelo (tres veces cónsul) y Marco Valerio
Levino (una vez cónsul]. Los electores eligieron finalmente a estos
últimos: Marco Claudio Marcelo fue elegido cónsul por cuarta vez, y Marco
Valerio Levino, cónsul de la República romana por segunda vez, para el año siguiente.
Ambos estaban ausentes de Roma.
En el otro lado del mar Adriático, Marco Valerio
Levino negoció con el rey Átalo I y la Liga Etolia, que se pusieron de
parte de Roma contra Macedonia. Levino se comprometió a ayudar a los etolios a
repeler a los macedonios, y tomó las ciudades de Zante, Eníadas y la isla de
Naxos, mientras que los etolios intentaron recuperar los territorios perdidos.
El propretor se retiró a Corcira durante el invierno,
estimando que Filipo V no podría amenazar más a Roma, e ignorando que había
sido elegido cónsul para el año siguiente.
A principios de año 210 a. C., puso sitio a Anticira
y se le unieron los etolios. En muy poco tiempo, la ciudad cayó, fue retomada
por los etolios, y el botín fue para los romanos, según los términos del
tratado. Fue aquí donde se enteró que había sido elegido cónsul, y de que
Publio Sulpicio Galba Máximo le iba a remplazar en la guerra contra Filipo V.
Marco Valerio Levino enfermó, y tardó en regresar a Roma.
De regreso a Italia, el cónsul Marco Valerio Levino
accedió a la petición de los campanios, y sobre todo de los de Capua, de que
solicitara el perdón al Senado Romano, después de la traición, en contra de la
advertencia de Quinto Fulvio Flaco.
Él expuso la situación del Adriático al Senado
Romano, sugiriendo que se podía hacer volver a la legión romana que permanecía
en la zona, afirmando que Filipo V ya no suponía una amenaza, y que con la
flota bastaría para proteger a Italia de los macedonios.
El Senado Romano decidió que uno de los cónsules
permanecería en Italia para continuar la guerra contra Aníbal, mientras que el
otro iría a Sicilia. Veintiún legiones romanas fueron reclutadas o mantenidas
durante el año 210 a. C. Marco Valerio Levino obtuvo, por sorteo, el mando de
Italia y de la guerra contra Aníbal. Los sicilianos se lamentaron de que Marco
Claudio Marcelo hubiera recibido el mando de Sicilia, y decían que estaban
dispuestos a abandonar su isla antes que estar bajo el mando del cónsul. Ante
esta situación, los cónsules intercambian, de mutuo acuerdo, sus mandatos
respectivos.
Los siciliotas fueron recibidos por el Senado Romano,
al que expusieron sus quejas y sus acusaciones contra Marco Claudio Marcelo. Le
reprochaban, sobre todo, que durante el Sitio de Siracusa, se dedicó a tomar al
asalto y al saqueo, en lugar de confiar en algunos siracusanos que le
propusieron abrirle, pacíficamente, las puertas de la ciudad., pero la
situación era más bien confusa y las alianzas eran poco claras, dado que el
nuevo tirano de Siracusa, Hierónimo, decidió aliarse con Aníbal,
traicionando a la República Romana, en contra del sentir de la población. Marco
Claudio Marcelo prefirió tomar la ciudad por la fuerza para abatir a estos
enemigos.
El Senado tomó el partido del cónsul y pidió a su
colega, a la sazón al cargo de la isla, cuidar sus intereses. Los siracusanos
se reconciliaron con Marco Claudio Marcelo, haciéndose sus clientes.2
Después, el Senado recibió a los campanios, llevados
por el cónsul, pero la traición justificaba el asedio de la ciudad por los
romanos hasta su rendición incondicional, como quería Quinto Fulvio Flaco. El
Senado les condenó, además de a otras sanciones, a la confiscación de sus
bienes, y a la esclavitud.
Al final, los cónsules tuvieron que imponer medidas
impopulares. Roma se encontraba con escasez de remeros, y no había más dinero.
Se pidió al pueblo, que había perdido todo en esta larga guerra, que pagara y
alimentara a los nuevos remeros. El pueblo protestó y el Senado reconoció que
las quejas del pueblo estaban justificadas.
Ante esta situación, Marco Valerio Levino propuso que
los senadores dieran ejemplo y que fueran todos al tesoro público a donar todo
lo que poseían. Poco después, fueron imitados por los equites, y después por
todo el pueblo de Roma, sin que ninguna ley, ningún edicto, y ningún
senadoconsulto tuvieran que ser dictados.
El resto de las ciudades sicilianas que aún eran
aliadas de los cartagineses fueron capturadas. De sesenta y seis ciudades, seis
fueron tomadas por la fuerza por él, veinte fueron capturadas a traición, y
cuarenta se entregaron voluntariamente a él.Después, el cónsul, tras haber
recompensado o sancionado a los principales personajes de las ciudades
traidoras, obligó a los sicilianos a dedicarse a la agricultura, para que la
isla fuera autosuficiente y llegase al ser el granero de Roma.
Después, regresó a Italia con 4.000 criminales,
desertores y esclavos fugitivos, para que la paz reinara en Sicilia, y para que
pudieran ser útiles en el Sur de Italia saqueando las tierras que aún eran
enemigas y haciendo frente a los brutii. Así, en el año 210 a. C., puso fin a
la guerra en Sicilia.
Fue requerido en Roma para organizar las elecciones.
Su colega Marcelo no pudo evitar que Aníbal, que aún permanecía en Italia, se
le escapase.Confió su provincia a un pretor, y su flota a Marco Valerio
Mesala, y volvió a Roma, donde relató sus hazañas al Senado.
Marco Valerio Mesala, que saqueaba las costas
africanas, informó al cónsul y al Senado de que los cartagineses preparaban una
nueva ofensiva sobre Italia y Sicilia. El Senado deseaba que el cónsul
regresase a su provincia y que nombrara a un dictador para presidir las
elecciones. Eligió a Marco Valerio Mesala, pero el Senado se opuso porque
Mesala estaba fuera de Italia. Los senadores querían obligar al cónsul a que
nombrase al dictador escogido por el pueblo, pero regresó sin atender la
petición, y ello provocó que fuera elegido su colega, Quinto Fulvio Flaco, por
el deseo del pueblo, el cual había dirigido el asedio de Capua. Publio
Licinio Craso fue nombrado magister equitum, conforme al mismo plebiscito.
En 209 a. C., recibió el mando de los supervivientes
de la Batalla de Cannas y dio la orden de continuar el pillaje de las costas de
África. Reforzó su ejército gracias a los desertores númidas y al enrolamiento
de sicilianos. Dividió sus tropas en dos ejércitos: un propretor mandaba la
parte oriental de la isla, y el procónsul la parte occidental, e hizo lo mismo
con su flota de 70 navíos. Recorrió la isla a lo largo y a lo ancho, con la
caballería de Mutines, veló por la reactivación de la agricultura, y permitió
así que hubiese cosechas muy importantes, suficientes para Roma y para su
provincia.
En 208 a. C., su proconsulado fue prorrogado una vez
más, recibió barcos nuevos, con la orden de saquear las costas africanas. Marco
Valerio, con una flota cartaginesa de cien naves, pasó a África y no encontró
ninguna resistencia en tierra. Venció a una flota de 83 barcos, y volvió de
Lilibea con un gran botín.
En 207 a. C., en el verano, la flota que mandaba pasó
a África y devastó gran parte del litoral cartaginés, cerca de Útica y de la propia
Cartago, saqueando las tierras hasta las puertas de sus ciudades. Una flota
púnica le hizo frente y la venció, capturando 17 naves, hundiendo otras cuatro,
dispersando y poniendo en fuga al resto de la flota enemiga. Volvió a entrar en
Sicilia con un enorme botín.
En 206 a. C. regresó con su ejército a Italia,39 y
ante la llegada de Magón Barca a Liguria, en el año siguiente estuvo
estacionado con las dos legiones en la ciudad en Arretium en Etruria.40
La República romana no gozaba de aliados en Asia,
pero durante la primera guerra macedónica, varios estados griegos habían
decidido prestar apoyo a los romanos. El Senado resolvió enviar una embajada al
Átalo I rey de Pérgamo.
Marco Valerio Levino, que había sido elegido cónsul
en dos ocasiones y que se había enfrentado a Filipo V de Macedonia durante la
guerra, Marco Cecilio Metelo, ex-prestamista, Servio Sulpicio Galba, ex-edil,
Cneo Tremelio Flaco y Marco Valerio Falto, ex-cuestores, fueron los elegidos
para formar la delegación.
De camino, la embajada consultó el oráculo de Delfos,
que le comunicó que debían transportar a la diosa Magna Mater a Roma, y que con
su culto se alcanzarían grandes gestas. La Magna Mater era la diosa de la
hospitalidad y por ello la embajada aceptó.
Tras su llegada a Pérgamo, fueron recibidos por el
rey Átalo, que los llevó a Pesino, donde se encontraba la estatua de la Magna
Mater, la Madre de los Dioses. Marco Valerio Falto regresó a Roma con la
estatua. El Senado decidió enviar a Publio Cornelio Escipión Nasica para que
recibiera a la diosa en el puerto de Ostia acompañado por la mayoría de las
matronas de la ciudad.
De regreso, presentó una moción al Senado, para
reembolsar las sumas adeudadas a los senadores, a los equites y al pueblo
romano, pues todos habían contribuido a sanear el tesoro público en el momento
más crudo de la guerra, durante su segundo consulado. El Senado aprobó dicha
moción.
Llegó a Roma una delegación cartaginesa, que alegó
que Aníbal, por cuenta propia, había declarado la guerra a Roma, sin el acuerdo
del Senado y del pueblo de Cartago, y solicitaron que la antigua alianza entre
la República Romana y Cartago se mantuviera.
Marco Valerio Levino consideraba que estos hombres
eran espías, y propuso que se escoltara a los embajadores cartagineses a su
país y que se ordenara a Escipión el Africano continuar la guerra. El
Senado Romano adoptó la proposición del consular.
El Senado Romano votó a favor de la guerra contra
Filipo V durante la primavera del año 200 a. C. e informó de que amenazaba a
Atenas.El pueblo romano se negó a declarar la guerra hasta marzo, y al final
votó a favor cuatro meses después, convencido por los cónsules, gracias al
falso argumento de que Filipo V había entrado en guerra contra Roma, por lo
cual Roma debía entrar en guerra contra él.
Murió en 200 a. C. Sus hijos; Publio y Marco
organizaron en su honor unos juegos funerarios que duraron cuatro días, con
combates de gladiadores.
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