En la
provincia de África es tan grande el número de aquéllos a los que en lenguaje popular
se denomina «negreros», que prácticamente vacían la provincia de seres humanos
llevándose a la gente para venderla en tierras de ultramar, y casi todos son personas
libres. Pues muy pocos resultan ser vendidos por sus padres, e incluso ésos no son
vendidos mediante un contrato por 25 años como permite el derecho romano, sino que
son vendidos como auténticos esclavos al otro lado del mar. Los traficantes de esclavos
compran esclavos verdaderos a sus amos muy rara vez. Además, a causa de esta
banda de negreros, multitud de depredadores y secuestradores están fuera de control
y se abaten en hordas, terroríficamente vestidos como soldados o como salvajes,
sobre zonas rurales poco pobladas, gritando como almas en pena, y sacan a rastras
a la gente a la que venden a los traficantes.
( San
Agustín en "Cartas")
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