Cuando
alcanzó su madurez, Julio César era alto y apuesto, de cara redonda y ojos
negros cuya penetrante mirada denotaba gran energía espiritual y aguda inteligencia.
A veces sufría ataques de epilepsia, una enfermedad considerada entonces divina
y muy característica de grandes hombres (también Aníbal y Alejandro Magno la
habían padecido). Era creencia común que el ataque de epilepsia era provocado
por la irrupción de un dios en el cuerpo de la víctima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario