Si no pagamos el alquiler, el casero va quitándonos la
puerta de la casa y las tejas del tejado y nos tapia el pozo, y tenemos que
abandonar la casa. Del mismo modo, tenemos que abandonar nuestros cuerpecitos
cuando la naturaleza, nuestra casera, nos va quitando la vista, el oído, las
manos y los pies.
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