Normalmente una mujer aportaba
su dote para tener la seguridad de que conservaría cierta independencia económica
después de casarse, sobre todo si se diera el caso de divorcio. Aunque había mujeres
con poco seso que entregaban la dote al marido, cierto que no todas, y si se rompía
el matrimonio había que especificar el estado de la dote, incluso en el caso de
que el esposo hubiera hecho uso de ella. Era pues, un derecho y libertad de la
que disponían las mujeres romanas, cuando apenas esto no existía fuera de los
pueblos no pertenecientes al Imperio Romano.
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