Allí también ( en Olimpia), descubrí
la estatua-retrato de Anaxímenes, erigida en su honor en Olimpia por el pueblo
de Lámpsaco. Se recuerda a Anaxímenes porque embaucó a Alejandro, hijo de
Filipo, un rey no siempre bondadoso, sino extremadamente irascible, con la
siguiente artimaña: como los de Lámpsaco estuvieron de parte del rey de los
persas o se pensaba que lo habían estado, Alejandro, hirviendo de cólera contra
ellos, les amenazó con causarles los mayores males. Pero ellos, en consideración
a sus mujeres, sus niños y su patria, enviaron a Anaxímenes, porque era
conocido de Alejandro y antes lo había sido de Filipo. Anáximenes se presentó
ante él y dicen que Alejandro, que se había enterado por qué motivo venía, juró
por los dioses griegos, citando a cada uno por su nombre, que haría lo
contrario de lo que le pedían. Entonces dijo Anaxímenes: "Concédeme este
favor, rey: esclavizar a las mujeres y a los niños de Lámpsaco, derribar hasta
los cimientos toda la ciudad e incendiar los santuarios de los dioses". Él
dijo esto, y Alejandro, no encontrando los medios de oponerse a este ardit y
obligado por su juramento, perdonó en contra de sus deseos a los de Lámpsaco.
( Pausanías en "Descripción de
Grecia")
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