Algunos dicen que fue en el
Capitolio, en un festín de los pontífices y por el eunuco Holato, su gustador;
afirman otros que fue en una comida familiar y por la misma Agripina que, con
este objeto, había envenenado una seta, uno de sus manjares predilectos.
Tampoco se está de acuerdo de
cómo fue y lo que sucedió después. Según la mayoría, perdió en el acto la voz y
murió al amanecer, después de haber padecido horriblemente toda la noche. Según
otros, tras haberse aletargado algunos momentos, vomitó todo lo que había
comido y entonces le hicieron tomar otra dosis de veneno, ya sea en una sopa,
como para devolver fuerzas a su estómago extenuado, o bien, en un enema como
para aliviarle, por medio de evacuaciones una digestión difícil.
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