Monima (griego antiguo Μονίμη; muerta 71 antes de Cristo) – fue la
reina de Ponto entre los años 88-71 antes de Cristo y la segunda esposa de Mitrídates
VI, siendo una griega albina.
Era la hija de un cierto Filopoemene
que era considerado uno de los ciudadanos más influyentes de la ciudad de
Mileto, o de aquella de Stratonicea en Caria. Mitrídates había descubierto a
Monima después de la conquista de la ciudad natal de esta última en -88 antes
de Cristo. Le había ofrecido a su padre una cantidad importante de oro a cambio
de que su hija se convirtiera en su concubina personal en su harén. Entre los
Griegos antiguos se describía a menudo cómo a pesar de todos los esfuerzos de
Mitrídates y sus ofertas de 15 000 monedas de oro, Monime rechazaba el
matrimonio hasta que Miridates no le diera oficialmente el título de reina con
una diadema real. Los griegos la describían cómo una persona inteligente de
belleza extraordinaria con largos cabellos dorados.
Los escribas habías preparado
un contrato matrimonial y el rey había dejado confeccionar una tiara de la
púrpura y del oro al mismo tiempo que le había otorgado más de 10 palacios en
Sinope, en los cuales fue hospedada. Una vez contraído el matrimonio en 88
antes de Cristo, su padre fue nombrado máxima autoridad en Efeso. Al principio
podía ejercer mucha influencia sobre Mitrídates, sin embargo, después de unos
pocos años de matrimonio su relación se iba empeorando radicalmente. Monima había
empezado a lamentarse por haber abandonado su país a causa del matrimonio.
Había, sin embargo, pasado su
vida con gran amargura, y se lamentaba de su belleza, porque en lugar de marido
le había ganado un déspota, y en lugar de matrimonio y casa, la fortaleza de un
bárbaro; y llevada lejos de la Grecia, los bienes esperados no eran más que un
sueño y de aquellos verdaderos estaba careciendo.
Cuando Mitrídates VI en el año
71 antes de Cristo fue forzado a fugarse a Armenia, había dado orden de que
Monima cometiera suicidio. Sin embargo, puesto que ella misma no era capaz de
eso, un soldado de Mitrídates tenía que cortarle la cabeza. Su muerte fue
descrita por Plutarco así:
Llegado, pues, Báquides, como les intimase la orden de morir del modo que
a cada una le pareciese más fácil y menos doloroso, quitandole la diadema de la
cabeza, se la ató al cuello y se colgó de ella; pero habiéndosele roto
inmediatamente, “¡Maldito arrapiezo- dijo-, que ni siquiera para esto me has
valido!”; y después de haberla escupido y arrojándola al suelo alargó el cuello
a Báquides.
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