La
batalla de Verona fue el penúltimo enfrentamiento de la guerra civil entre los
emperadores romanos Constantino I (r. 306-337) y Majencio (r. 306-312), trabado
en la ciudad italiana de Verona durante el verano de 312. Previamente, Majencio
había declarado la guerra a Constantino, alegando que pretendía vengar la
muerte de su padre Maximiano (r. 285-308, 310), quien se había suicidado
después de ser derrotado por este. Constantino, respondería a su vez con una
invasión a gran escala a Italia.
La
batalla de Verona ocurrió después de la batalla de Brescia, enfrentamiento en
el cual, Constantino fue capaz de derrotar a un contingente de caballería
enviado por el prefecto del pretorio Ruricio Pompeyano para bloquear la ruta en
dirección a Roma. En Verona, al igual que en los otros combates que ocurrieron
en esta guerra civil, Constantino pudo marcar otra importante victoria contra
el ejército de Majencio, la cual le abrió el camino para su última batalla en
el Puente Milvio, situado en las inmediaciones de Roma.
La
causa del enfrentamiento entre los emperadores romanos Constantino I (r.
306-337) y Majencio (r. 306-312), residía en las rivalidades motivadas en
consecuencia del sistema de gobierno instituido por Diocleciano, denominado
tetrarquía. Al poco tiempo que Diocleciano y Maximiano renunciaron al trono,
los gobernadores provinciales comenzaron a disputarse el control del Imperio
romano.
Uno
de los perjudicados por este sistema fue Constantino, quien aunque tenía
derechos dinásticos al trono, por ser el hijo del emperador de Occidente
Constancio Cloro, se veía afectado por el hecho de que la tetrarquía obviaba
dichos derechos, al considerar que el linaje imperial no era un requisito
indispensable en los emperadores. Cuando Constancio murió en Britania, el 25 de
julio de 306, sus tropas proclamaron como su sucesor a Constantino en Eboracum
(actual York).
Mientras
tanto en Roma, el favorito a la sucesión era el hijo de Maximiano, Majencio,
quien se autoproclamó princeps el 28 de octubre de 306, y llamó a su padre del
retiro para que cogobierne con él. En 307, Italia fue invadida por Flavio
Severo (r. 305-307), por orden del emperador del Oriente Galerio (r. 293-311).
Con la ayuda de un ardid de Maximiano, Severo se rindió, siendo y fue hecho
prisionero, muriendo en 317 en circunstancias que aún no se han podido esclarecer.
En
308, durante la conferencia de Carnunto convocada por Galerio, se nombró al
oficial Flavio Valerio Licinio (r. 308-324) como emperador de Occidente, con el
propósito de derrocar a Majencio, sin embargo, Licinio prefirió no intervenir
en el asunto.
Ese
mismo año, Maximiano pretendió destronar a su propio hijo pero fracasó en el
intento, huyendo a la corte de Constantino en la Galia. En el verano de 310, cuando Constantino se encontraba
sofocando una insurrección de los francos, Maximiano intentó proclamarse como
nuevo emperador, pero al retornar Constantino, apresó a Maximiano y lo obligó a
suicidarse.
El
año siguiente, Majencio pidiendo venganza por la muerte de su padre, declara la
guerra a Constantino, quien respondió con una invasión del norte de Italia con
90 000 legionarios y 8000 équites (jinetes), según las crónicas del historiador
Zósimo. Después del sitio de Segusio (actual
Susa, en Italia), el ejército constantiniano se dirigió hacia el sur, venciendo
a las tropas de Majencio en la batalla de Turín. Constantino continuó hasta
Mediolanum (hoy Milán), ciudad que le abrió las puertas y lo acogió. A mediados
del verano, continuó su marcha hacia Roma.
Ruricio
Pompeyano, un prefecto del pretorio que comandaba a las tropas majencianas
acantonadas en Verona, recibió noticias de la proximidad de Constantino.
Rápidamente envió a un contingente de caballería pesada a las inmediaciones de
Brixia (actual Brescia) con el fin de bloquear el paso al ejército invasor.
Constantino entonces ordenó a su caballería arremeter contra el enemigo. La
batalla de Brescia tuvo una corta duración, gracias a la acción de la
caballería constantiniana, que logró desarticular a las fuerzas enemigas, las
cuales tuvieron que replegarse hacia Verona.
Después
que la ciudad de Mediolanum se pasara del lado de Constantino meses antes,
Verona se convertiría en la más importante fortaleza de Majencio en el norte de
Italia. Verona estaba naturalmente defendida en tres de sus costados por el río
Adigio. Asimismo, contaba con grandes fortificaciones que constituían una
poderosa barrera contra ataques. Ruricio Pompeyano había agrupado a un numeroso
ejército proveniente de Venetia, concentrándolo dentro de Verona. Constantino
envió una pequeña fuerza al norte de la ciudad, en un intento de cruzar el río
sin ser detectados. Pompeyano mientras tanto, envió a un gran destacamento para
contener a su fuerza expedicionaria, pero fue derrotado y forzado a volver
dentro de los muros.
El
ejército constantiniano prosiguió con su ataque contra la ciudad y comenzó a
sitiarla. Pompeyano consiguió escapar antes del sitio, huyendo al este para
conseguir refuerzos. Pronto regresó con un considerable ejército, colocando al
emperador en la difícil situación de luchar en dos frentes.
Constantino
respondió tomando la iniciativa en la ofensiva: dejó una parte de sus tropas
para contener a la guarnición de la ciudad, mientras que el resto atacó a los
refuerzos. Constantino personalmente dirigió este ataque y su ejemplo de valor
inspiró un esfuerzo heroico en sus soldados. Pompeyano murió en el combate y
sus huestes se desintegraron. Los defensores de Verona, se desmoralizaron ante
tal situación, capitulando inmediatamente.
La
rendición de Verona fue seguida por la de Aquilea, Mutina (actual Módena) y Rávena.Con esto, el
camino directo hacia Roma quedaba abierto para Constantino. La última confrontación de la guerra entre ambos emperadores
tuvo lugar en el margen del Tíber, cerca al Puente Milvio. Majencio murió
durante la batalla y Constantino se convirtió en único emperador de la mitad
occidental del Imperio romano.
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