Las fiestas se celebran echando
por tierra cualquier recato moral, como corresponde a una celebración en memoria
de una puta. Pues, además del lenguaje indecente y descontrolado, y de soltar
todas las obscenidades imaginables, las rameras son despojadas de su ropa ante
las rítmicas exigencias de la gente, interpretan su papel y se quedan en escena
ante el complacido público hasta que incluso los más desvergonzados ojos quedan
saciados de sus gestos indecentes.
( Lactancio en
"Instituciones divinas" )
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