Sexto Empírico (en latín, Sextus Empiricus; ca. 160 -
ca. 210), médico y filósofo griego, es uno de los más importantes
representantes del escepticismo pirroniano y fuente de la mayoría de datos
referentes a esta corriente filosófica.
No se sabe de dónde era originario, aunque vivió en
Atenas, Alejandría y Roma. Recibió el sobrenombre de «Empírico» por sus
concepciones filosóficas pero, especialmente, por su práctica médica. Sus
escritos, muy influidos por los de Pirrón y Enesidemo, están dirigidos
en contra de la defensa dogmática de la pretensión de conocer la verdad
absoluta, tanto en la moral como en las ciencias.
En sus Esbozos pirrónicos (gr.: Πυῤῥώνειοι ὑποτύπωσεις Pyrrhōneioi hypotypōseis)
define el escepticismo de la manera siguiente: «El escepticismo es la facultad
de oponer de todas las maneras posibles las representaciones sensibles o
fenómenos y las concepciones inteligibles o noúmenos; y de ahí llegamos, por el
equilibrio de las cosas y de las razones opuestas (isostenía), primero a la
suspensión del juicio (epoché) y, después, a la imperturbabilidad (ataraxía)».
Defiende una posición relativista y fenomenista desde
una posición escéptica antimetafísica y empirista. Según él, hay cosas, pero lo
único que podemos saber y decir de ellas es de qué manera nos afectan, no lo
que son en sí mismas. No obstante, su epoché no es tan radical como la de
Pirrón. Defiende también una ética del sentido común y, aunque como pirroniano
acepta la indiferencia (adiaphora) respecto de todas las soluciones morales,
reivindica también la importancia de lo empírico, razón por la cual defiende
que la vida práctica debe regirse por cuatro guías: la experiencia de la vida,
las indicaciones que la naturaleza nos da a través de los sentidos, las
necesidades del cuerpo y las reglas de las artes. Hace una crítica del
silogismo, al que considera un círculo vicioso, y pone en entredicho la noción
de signo, especialmente tal como lo entendían los estoicos. Critica la teología
estoica señalando las contradicciones de la noción estoica de divinidad. Para
los estoicos todo cuanto existe es corpóreo, por tanto, señala Sexto, también
lo ha de ser la divinidad. Pero un cuerpo puede ser simple o compuesto. Si es
compuesto puede descomponerse y, por tanto, es mortal. Si es simple, es uno de
los elementos: tierra, aire, agua o fuego y, entonces, es inerte e inanimado. De
ahí se sigue que la divinidad, o bien es mortal, o bien es inanimada, lo cual
es, en ambos casos, absurdo. Además de este argumento, Sexto Empírico atacaba
la noción de divinidad apelando a otros razonamientos. En todos ellos reforzaba
la idea escéptica de la necesidad de la epoché o suspensión del juicio. Además,
atacó también la noción de causa.
En general, su obra es importante por cuanto es una
de las fuentes del conocimiento del pensamiento antiguo. Concretamente, su
Adversus mathematicos aporta datos importantes para el conocimiento de la
historia de la astronomía, la gramática y la ciencia antigua, así como de la
teología estoica.
Sus obras principales conservadas son, pues, la ya
citada Esbozos pirrónicos y Contra los matemáticos o Contra los profesores
(Adversus mathematicos, hoc est, adversus eos qui profitentur disciplinas),
tradicionalmente dividida en dos partes, con título latino: Adversus
mathematicos —también—, libros I–VI, y Adversus dogmaticos, libros VII–XI (si
bien esta división no es segura, ni puede establecerse si en realidad
pertenecían a la misma obra o se conservan siquiera completas).
Una influyente traducción latina de los Esbozos fue
publicada por Henricus Stephanus en Ginebra en 1562, seguida por una traducción
completa de la obra por Gentian Hervet en 1569. Petrus y Jacobus Chouet
publicaron el texto griego por primera vez en 1621. Stephanus no lo incluyó
junto con su traducción al latín ni en la edición de 1562 ni en la de 1569, ni
se publicó en la reedición de esta última en 1619. Los Esbozos fueron muy
leídos en Europa durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y tuvieron un profundo
impacto en autores como Montaigne, Hume y Hegel.
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