El festín secreto, al
que todo el mundo llamaba el festín de los "doce dioses", fue aquel en
el que los comensales vestían de dioses y diosas, y en que Augusto representaba
a Apolo. Antonio nombró en sus cartas y criticó acerbamente a todos los que
formaban parte de este festín, acerca del que alguien hizo estos conocidos
versos:
"Desde que el
conductor del coro hubo contratado esta mesa sacrílega
y que Mallia vio seis dioses y seis diosas;
cuando César en su
impiedad, osó parodiar a Febo;
cuando él regaló a sus
convidados con nuevos adulterios de los dioses;
entonces todas las
divinidades se alejaron de éste,
y hasta el mismo Júpiter
huyó lejos de su trono dorado".
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