Carecen de todo prestigio los que se ocupan de la medicina
en otra lengua que no sea la griega, incluso entre un público ignorante y
desconocedor de la misma: la gente tiene menos fe en cualquier cosa que tenga
que ver con su salud si la entiende. Y así, por increíble que parezca, resulta
que ésta es la única profesión en la que cualquiera que se diga médico goza al
instante de confianza, aunque en ninguna otra la mentira encierra un peligro
mayor. Sin embargo, si nos fijamos en eso, tan seductora resulta a cada cual la
dulce esperanza de mejorar. Además, no hay ninguna ley que castigue la
ignorancia criminal, y no existe ningún precedente de reclamación. Los médicos
aprenden poniendo en peligro nuestras vidas y realizan experimentos a fuerza de
matar. Sólo el médico tiene total impunidad cuando ha matado a un hombre. Es
más, al contrario, la culpa pasa a la víctima, a la que se reprocha su
inmoderación, y así resulta que los que han muerto son acusados de haberse
matado solos.
( Plinio en "Historia natural")
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