MARCO
ANTONIO OFRECE A CÉSAR LA DIADEMA ANTE EL PUEBLO
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No
quiero ser rey de Roma. Y no quiero ser un dios. Soy un simple mortal, y muy sencillo,
y padeceré el destino de todos los mortales, Marco Antonio. ¡Moriré! ¿Lo oyes?
¡Moriré! Los dioses no mueren. Si me hicieran dios después de muerto sería
distinto. Dormiría el sueño eterno y no sabría que era un dios. Pero mientras
sea mortal, no puedo ser dios. ¿Y para qué necesito ser rey de Roma? Como
dictador puedo hacer todo aquello que deba hacerse. ¡No vuelvas a hacerme esa
abominación!, ¿entendido?
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