Unos aprobaron la acción de los
romanos, diciendo que para defender su imperio habían tomado medidas sabias y
propias de estadista. Pues destruir esta fuente de perpetua amenaza ( Cartago) era
de hombres inteligentes y previsores. Otros adoptaron el punto de vista opuesto,
alegando que en vez de mantener los principios con los que habían conseguido la
supremacía, estaban abandonándolos poco a poco por ansia de poder.
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