Atila
era arrogante en el porte y volvía los ojos de un lado a otro para que incluso
el poder de su espíritu orgulloso se manifestara en cada movimiento de su
cuerpo. Aunque era amante de la guerra, sabia mantener el control sobre sus
actos. Era sumamente juicioso, clemente con los que le suplicaban perdón y
generoso con los que se aliaban con él. De estatura era bajo, ancho de pecho,
de cabeza grande y ojos pequeños; la barba la tenia poco poblada, los cabellos
canosos, la nariz aplastada y la tez oscura.
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