El
Laberinto de Creta es, en la mitología griega, el laberinto construido por Dédalo para esconder al Minotauro.
Se
piensa en la actualidad que la leyenda del laberinto tiene su base en el palacio
de Cnosos. Una construcción tan sofisticada y de alta tecnología como dicho
palacio, repleto de múltiples habitaciones y con todas las mejoras conocidas
por la tecnología de entonces (incluyendo un sistema de alcantarillado) debió
haber parecido a los aqueos algo intrincado.
Apoya esta tesis el hecho de que en el palacio
de Cnosos se han encontrado dibujos de hachas de doble filo por doquier, que en
griego se llaman labrys, y que habrían dado nombre a la construcción. El
laberinto de la leyenda griega también podría tomar como referencia alguna de
las cuevas de Creta como la cueva de Gortina, la de Arkalojori o la de
Escoteino o las danzas que se celebraban en las islas egeas en las que los
danzantes de la mano recorrían un trazado laberíntico.
Dédalo
era un arquitecto ateniense desterrado a la isla de Creta. Fue el constructor
del laberinto, donde Minos hizo encerrar al Minotauro, que era
aplacado periódicamente con sacrificios humanos.
Caído
Dédalo en desgracia, fue encerrado, junto a su hijo Ícaro, en el mismo laberinto. Pero Dédalo
construyó para sí y para su hijo unas alas de cera con las que, salvando los
muros de la extraña prisión, se remontaron sobre el Mediterráneo. Ícaro,
desobedeciendo los consejos de su padre, voló tan cerca del sol que los rayos
derritieron la cera de las alas, y cayó en el mar.
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