Sería
largo de contar al detalle, y además no importa, de qué modo a ocurrido que yo
haya cenado en casa de un individuo... un hombre fino y económico, según él,
vil y derrochador, según mi opinión. Pues ponía para él y para unos pocos
algunos manjares suculentos, para los demás despreciables y escasos. Había
distribuido el vino dentro de tres pequeñas vasijas en tres categorías, no para
que hubiera posibilidad de elegir, sino para que no existiese no oportunidad de
rechazar lo que se ofrecía: una, para él y nosotros, otra, para los amigos
inferiores (pues tiene a los amigos clasificados por grados), y otras, para sus
libertos y los nuestros. Mi vecino de mesa observó este detalle y me preguntó
si yo aprobaba esta conducta. Le dije que no. "¿Entonces tú?", me
dice "¿qué costumbre sigues?". "Yo sirvo a todos las mismas
cosas; pues invito a cenar, no a un desaire, e igualo en todas las cosas a los
invitados que igualé en la mesa y el lecho". "¿También a los
libertos?". "También; porque entonces los considero comensales, no
libertos". Y él replica: "Te costará mucho". "Muy
poco". "¿Cómo puede ser?". "Porque ciertamente mis libertos
no beben el mismo vino que yo, sino que yo bebo el mismo que mis
libertos".
(
Plinio en "Cartas")
No hay comentarios:
Publicar un comentario