Dieciséis
legiones, diez mil jinetes galos, cincuenta mil tropas extranjeras a caballo y a pie y dieciséis mil
catafractarios armenios,
en total aproximadamente, ciento cuarenta mil hombres. Más de
cincuenta mil de ellos a caballo. Ni siquiera Alejandro Magno había mandado
semejante multitud. Antonio pensó que no había fuerza en la tierra que lo
pudiera derrotar con un ejército así, pero fue lo angosto del terreno de la
región que tenía que atravesar y las inclemencias del tiempo con el paso de los
meses, lo que en realidad fue causa de su derrota.
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