No me corresponde hoy exponer ningún cargo contra
Marco Junio. Simplemente menciono un hecho. Que otros organismos y otros
hombres se ocupen de la querella. Yo simplemente menciono un hecho. Marco Junio
no necesita hablar hoy aquí en defensa de sus actos por causa mía. Yo
simplemente menciono un hecho. Marco Junio Silano tiene ocasión de decir algo,
pero ya veo que no tiene intención de hablar.
Yo simplemente menciono un hecho, padres conscriptos.
Simplemente eso; un hecho es un hecho.
En la carga que nuestros aliados itálicos comparten
con nosotros facilitándonos tropas para defender Italia. Una de las objeciones
para aportar tropas que se repite en ese alud de cartas de los magistrados de
los samnitas, los apuleos, los marsos y otros que ahora os estoy mostrando se
refiere a la legalidad de que exijamos a los aliados itálicos la provisión de
tropas para realizar campañas fuera de las fronteras de Italia y de la Galia
itálica. Los aliados itálicos, augustos y notables padres conscriptos,
sostienen que han estado aportando tropas, y perdiendo miles y miles de
hombres, ¡para las guerras de Roma en el extranjero!, y cito textualmente.
Y debemos tener en cuenta lo que dicen esas cartas por
la simple razón de que yo imagino que esta cámara tendrá que recibir en breve
embajadas de todos los pueblos de Italia que han manifestado su descontento en
tan numerosas cartas.
Bien, ¡basta de escaramuzas! , Vivimos en una
península codo con codo con nuestros amigos itálicos, que no son romanos y
nunca lo serán. Que se hayan elevado a su actual prominente posición en el
mundo se debe exclusivamente a los grandes logros de Roma y los romanos. Que
los pueblos itálicos estén ampliamente presentes en las provincias y esferas de
influencia romana se debe estrictamente a los grandes logros de Roma y los
romanos. El pan de su mesa, el fuego de sus casas en invierno, la salud y el
número de sus hijos se lo deben a Roma y a los romanos. Antes de Roma, era el
caos, la total desunión. Antes de Roma estaban los crueles reyes etruscos al
norte de la península y los codiciosos griegos al sur. Por no hablar de los
celtas de la Galia.
Padres conscriptos, vosotros y el pueblo de Roma me
habéis dado un mandato para librar a Italia de los germanos. Tan pronto como
sea posible, llevaré como legados a la Galia Transalpina al propretor Manio
Aquilio y al valiente senador Lucio Cornelio Sila. ¡Aunque nos cueste la vida,
os libraremos de los germanos y garantizaremos la eterna seguridad de Roma e
Italia!. Eso os prometo en mi nombre y
en nombre de mis legados y de todos mis soldados. Nuestro cometido es sagrado
para nosotros y nada se opondrá a nuestro paso. ¡Llevaremos a la cabeza las
águilas de plata de las legiones de Roma y alcanzaremos la victoria!
No obstante, antes de partir, debo suplicar a esta
cámara que haga lo que pueda para paliar la preocupación de nuestros aliados
itálicos. No podemos dar pábulo a estas alegaciones de que se emplean tropas
itálicas para luchar en campañas que no son de incumbencia de los aliados
itálicos, ni podemos dejar de alistar a todos los soldados que los aliados
itálicos aceptaron formalmente darnos en virtud de un tratado. Los germanos
amenazan a toda la península, incluida la Galia itálica. Pero la terrible
escasez de hombres idóneos para servir en las legiones afecta a los aliados
itálicos tanto como a Roma. El pozo se ha secado, colegas senadores, y el nivel
de las aguas que lo alimentaban tardará en subir. Me gustaría dar a nuestros
aliados itálicos la seguridad de que mientras exista un mínimo aliento de vida
en este organismo nada augusto y nada notable, nunca más las tropas itálicas,
ni romanas, perderán la vida en los campos de batalla. ¡Yo trataré con más
reverencia y respeto que mi propia vida la vida de los hombres que lleve
conmigo a defender a la patria! Así os lo prometo.
Ha llegado a mi conocimiento una reprensible
situación. Se trata de que nosotros, el Senado y el pueblo de Roma, hemos
sometido a esclavitud a muchos miles de itálicos y aliados en concepto de
deuda, enviándolos como esclavos a las tierras de nuestros dominios en los
confines del Mediterráneo. Como la mayoría de ellos proceden de la agricultura,
casi todos se hallan cancelando su deuda en nuestros graneros de Sicilia,
Cerdeña, Córcega y Africa. ¡Eso, padres conscriptos, es una injusticia! Si a
los deudores romanos ya no se les inflige la esclavitud, tampoco debemos
hacerlo con nuestros aliados itálicos. No, no son romanos, y nunca serán
romanos; pero son nuestros hermanos de la península, y ningún romano esclaviza
a sus hermanos por deudas.
Hasta que pueda dar a nuestros grandes terratenientes
de las regiones trigueras la mano de obra a base de esclavos germanos, deberán
procurársela de otro modo que no sea el de esclavos itálicos por deudas. Porque
nosotros, padres conscriptos, debemos promulgar hoy mismo un decreto, que
ratifique la Asamblea de la plebe, manumitiendo a todos los esclavos nacidos en
los pueblos itálicos que son aliados nuestros. No podemos imponer a nuestros
aliados más antiguos y fieles lo que no es aplicable entre nosotros. ¡Hay que
liberar a esos esclavos! Tienen que volver a Italia para cumplir con su deuda
natural con Roma: servir en las legiones auxiliares romanas.
Se me informa que no queda población capíte censi en
ningún pueblo itálico porque están reducidos a la esclavitud. Pues bien,
colegas del Senado, el capite censi de Italia puede utilizarse mejor que
trabajando en las regiones de abastecimiento de trigo. ¡Ya no podemos formar
ejércitos al estilo tradicional, porque los pequeños propietarios que servían
en ellos son demasiado viejos, demasiado jóvenes o han muerto! De momento, el
censo por cabezas es el único recurso para alistar soldados. Mi valiente
ejército africano, totalmente reclutado entre ese censo, ha demostrado que
estos hombres llegan a ser magníficos soldados. Y del mismo modo que se ha
demostrado que los propietarios procedentes de los pueblos itálicos, como
soldados, no son en nada inferiores a los propietarios romanos, en los años
venideros se demostrará que los hombres del censo por cabezas de los pueblos
itálicos no son en nada inferiores a los soldados del censo por cabezas romano.
¡Quiero ese decreto, padres conscriptos! ¿Me lo
concederéis?
¿Y cómo voy a lograr que los terratenientes trigueros
acepten el decreto teniendo en cuenta que gran cantidad de esclavos son
itálicos y la producción de grano en Sicilia funciona gracias a ello?. Pues ya
tengo a mis agentes trabajando para que sea posible, y os aseguro que mis
propuestas saldrán bien.He realizado un estudio y los resultados son bien
elocuentes, y muy interesantes.
Sí, hay muchos miles de esclavos procedentes de
los pueblos itálicos aliados trabajando en las zonas trigueras. Pero en
Sicilia, por ejemplo, la gran mayoría de ellos son griegos. Y en Africa haré
que el rey Gauda sustituya la mano de obra cuando liberen a los esclavos
itálicos. Gauda es cliente mío y no le queda más remedio que avenirse a mis
deseos. Cerdeña resulta más dificil, porque allí casi todos los esclavos son
itálicos.
No obstante, estoy seguro de que al nuevo gobernador, nuestro estimado
propretor Tito Albicio y a su cuestor Pompeyo el Bizco de Picenum , se le puede ganar para mi causa. Muchas
gracias.
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