Los
tirios, pues, fundados de este modo con los auspicios de Alejandro, rápidamente
se fortalecieron por su austeridad y por sus esfuerzos para las ganancias.
Antes de la matanza de sus amos, como tenían una población abundante y rica,
enviaron a África a los jóvenes y fundaron Útica. Entretanto murió en Tiro el
rey Mutón, dejando como herederos a su hijo Pigmalion y a su hija Elisa,
doncella de extraordinaria belleza. Pero el pueblo confió el reino a Pigmalión
cuando todavía era un niño. Y Elisa se caso con su tío materno Aquerbas,
sacerdote de Hércules, que era el segundo cargo después del rey. Este tenia
grandes riquezas, pero escondidas, y por miedo al rey había guardado su oro no
en su casa, sino en tierra; aunque nadie sabia esto con certeza, sin embargo
circulaban rumores. Pigmalión, excitado por ello, olvidándose de todo derecho
humano, hizo matar a su tío y además cuñado sin consideración a los deberes del
afecto. Elisa durante mucho tiempo odio a su hermano por el crimen y
finalmente, disimulando su odio y apaciguando entretanto su rostro, prepara en
secreto su huida, acompañándose de algunos hombres principales, que, pensaba,
tenían igual odio al rey y el mismo deseo de huir.
Entonces maquina un engaño
contra su hermano y finge que quiere ir a vivir con él, para que la casa del
marido no renovara más en ella, deseosa de olvidar, la imagen terrible del
duelo y para que no viniera más a sus ojos tan amargo recuerdo. No sin agrado
oyó Pigmalión las palabras de su hermana, pensando que con ella vendría a su
casa el oro de Aquerbas. Pero Elisa, al anochecer, hace embarcar todas sus
riquezas y a los servidores enviados por el rey para la mudanza y, después de
navegar a alta mar, les ordena arrojar al mar unos sacos llenos de arena en
lugar del dinero. Entonces, llorando ella misma y con voz de duelo, llama a
Aquerbas, le pide que reciba de buen grado las riquezas que le había dejado y
que acepte como ofrenda lo que había sido la causa de su muerte.
Después, se
dirige a los mismos servidores y les dice que sobre ella sin duda pendía la
muerte hacia tiempo deseada, pero sobre ellos pendían duros tormentos y crueles
suplicios, pues sustrajeron a la codicia del tirano las riquezas de Aquerbas,
en espera de las cuales el rey había cometido el parricidio. Después de
meterles miedo con esto, acogió a todos ellos como compañeros de su huida. Se
une también un Bruno de senadores que se había preparado para aquella noche y
así, después de renovar los sacrificios a Hércules, del que Aquerbas había sido
sacerdote, buscan otra patria en el exilio.
La
primera tierra en la que desembarcaron fue la isla de Chipre, donde el
sacerdote de Júpiter con su mujer y sus hijos, por indicación de los dioses, se
ofreció a Elisa como compañero y aliado, después de acordar para el y para sus
descendientes la dignidad del sacerdocio para siempre. La condición fue
aceptada como un manifiesto presagio. Era costumbre de los chipriotas enviar a
las doncellas, unos días determinados antes de la boda, a la orilla del mar a
traficar con su cuerpo para ganar el dinero de la dote y ofrecer a Venus sus
primicias por el pudor del resto de su vida. Así pues Elisa ordena raptar unas
ochenta doncellas de estas y embarcarlas, para que los jóvenes pudieran casarse
y la ciudad tener descendencia. Mientras esto sucede, Pigmalión, enterado de la
huida de su hermana, se dispone a perseguirla en su huida con una guerra impía,
pero desistió a su pesar, vencido por los ruegos de su madre y las amenazas de
los dioses; puesto que los adivinos, inspirados, le vaticinaron que no quedaría
sin castigo, si impedía el engrandecimiento de la ciudad nacida con los mas
favorables auspicios de todo el mundo, de este modo se dio a los fugitivos un
momento de respiro.
Así pues Elisa, llevada a un golfo de África, atrae a la
amistad a los habitantes de aquel lugar, que se alegraban por la llegada de los
extranjeros y por el reciproco comercio. Luego, comprado el terreno que podía
cubrirse con la piel de un buey, en el que pudiera hacer que sus compañeros,
cansados del largo viaje por mar, se repusieran hasta que partieran, ordena que
la piel sea cortada en liras muy finas y así ocupa un espacio mayor del que
había pedido, por lo que aquel lugar recibió después el nombre de Birsa. Después
ya acudieron los habitantes de los lugares vecinos, quienes llevaban muchas
mercancías a los forasteros con la esperanza de ganancias, y se establecieron
allí, formándose por la concurrencia de gentes una especie de ciudad. También
unos embajadores uticenses les llevaron presentes como a sus consanguíneos y
les exhortaron a fundar una ciudad allí donde por el azar se habían asentado. Y
también los africanos hicieron presa del deseo de retener a los extranjeros. Así
pues, estando todos de acuerdo, se funda Cartago, después de fijarse un canon
anual por el suelo que ocupaba la ciudad. Al empezar los cimientos, se encontró
una cabeza de vaca, lo que era auspicio de una ciudad ciertamente fecunda, pero
trabajada y siempre esclava. Por esto se traslada la ciudad a otro lugar y
también allí se encontró una cabeza de caballo, presagiando un pueblo belicoso
y poderoso; esto dio a la ciudad un emplazamiento de favorables auspicios.
Entonces acudieron las gentes a la fama de la nueva ciudad y en poco tiempo la
población y el Estado se hicieron grandes.
( Justino en
"Epitome de las historias filípicas de Trogo Pompeyo" )
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