Los bátavos (en latín: batavi) fueron un pueblo
germánico que vivía en la zona que en la actualidad ocupan los Países Bajos.
Originalmente, eran parte del pueblo cato y fueron citados por Tácito
como habitantes del delta del Rin (Tácito, Historiae iv). Esto llevó a llamar
en latín Batavia a la región.
Durante algún tiempo, entre 1795 y 1806, los Países
Bajos adoptaron el nombre de República Bátava. Incluso Yakarta, la capital de
Indonesia, fue denominada Batavia entre 1619 y 1942, durante la colonización
neerlandesa.
Julio César cita a los bátavos (Batavi) en su
obra Comentarios a la guerra de las Galias, libro IV, 10.1, situándolos en una
isla donde el Rin se separa en un brazo, el Waal. La posición estratégica del
lugar fue aprovechada por los romanos para establecer fortificaciones.
Los descubrimientos arqueológicos evidencian que
vivían en pequeñas poblaciones, de 6 a 12 casas, cultivando las fértiles
tierras que se encuentran entre los dos ríos, viviendo de la agricultura y la
cría del ganado. El mayor asentamiento romano en la zona fue un Oppidum
Batavorum, destruido por completo durante las revueltas bátavas.
Tácito, en su obra De origine et situ Germanorum,
cita a los bátavos como las más bravas tribus de la zona, endurecidos en las
guerras, que tenían sus propias cohortes con sus jefes que combatieron en
Britania. Afirma que mantenían relaciones amistosas con Roma, como aliados, sin
necesidad de pagar tributos o tasa alguna. «Sólo suministraron al Imperio armas
y hombres», remarcó Tácito. Estaban bien preparados, por su destreza con los
caballos y su increíble capacidad para cruzar los ríos con sus fuerzas sin
perder la formación y sin necesidad de usar puentes. Dión Casio describe
esta sorprendente táctica empleada por Aulo Plaucio contra los bárbaros
en la batalla del río Medway.
A pesar de la alianza con Roma, los bátavos se
sublevaron en la Germania Inferior entre el 69 y el 70, liderados por Cayo
Julio Civilis, dando cuenta de cuatro legiones en una humillante derrota del
ejército romano. Después, un gran contingente al mando de Quinto Petilio
Cerial derrotó a los bátavos. El origen se remonta a Galba, quien
disolvió con deshonor los Corporis Custodes, guardia personal de los
emperadores romanos compuesta por bátavos y ordenó la detención de sus dos
príncipes: Cayo Julio Civilis y su hermano Claudio Paulo. Se desconocen las
razones de Galba, pero parecen estar fundadas en la lealtad mostrada por los
bátavos a Nerón en Germania. Cayo regresó a Batavia, pero su hermano fue ejecutado
en el 68.
Han sido encontradas numerosas tumbas y altares de
bátavos a lo largo del Muro de Adriano, en especial en Escocia, Alemania,
Yugoslavia, Hungría, Rumania y Austria, datadas en los siglos II y III. Se cree
que a partir de este último, los bátavos se fusionaron con otros pueblos, como
los francos y los frisones.
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