Porcio Ladrón,
distinguido maestro de retórica de la época augústea, tenía la tez pálida,
debido a que se pasaba el tiempo estudiando. Sus discípulos bebían un brebaje a
base de comino para intensificar la palidez de su semblante, con el fin de
demostrar su devoción hacia él. Y, por supuesto, Ladrón era el rétor al que más
admiraba Ovidio.
( Plinio, en
"Historia natural")
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