Allí estaban, colocadas todas en
el estrado a sus espaldas, las condecoraciones de Cayo Mario: seis lanzas de
plata por muerte al enemigo en combate en seis ocasiones, un estandarte vexíllum
rojo bordado en oro y con flecos de oro por dar muerte a varios hombres en un
solo combate en la misma ocasión, dos escudos con incrustaciones de plata con
la forma ovalada antigua por resistir tenazmente en una posición.
Luego estaban las condecoraciones que portaba:
coraza de cuero endurecido en lugar de la normal de bronce plateado de oficial mayor,
y sobre ella llevaba sus phalerae en los arneses con incrustaciones de oro,
nada menos que tres juegos de nueve de oro, dos en el pecho y uno a la espalda;
seis torcas de oro y cuatro de plata, pendientes de correillas en hombros y
espaldas, así como brazos y muñecas llenos de pulseras, armillas de oro y
plata.
Luego estaban las coronas. En la cabeza
llevaba la corona cívica de hojas de roble, concedida a quien hubiese salvado
la vida de sus compañeros, resistiendo en el lugar de la hazaña hasta el final
de la batalla; dos coronas más de hojas de roble colgaban de dos lanzas de
plata, como muestra de haber ganado la corona cívica nada menos que tres veces;
en otras dos lanzas de plata colgaban dos coronas de oro en forma de hojas de
laurel, por su notable valor; en la quinta lanza pendía una corona muralis de
oro con almenas por haber sido el primero en escalar las murallas de una ciudad
enemiga, y de la sexta lanza colgaba una corona vallarís de oro, ganada por
haber sido el primero en saltar la valla de un campamento enemigo.
Sí,
las únicas condecoraciones que le faltaban eran la corona naval, concedida al
valor en batalla naval, pero, como Mario nunca había combatido en el mar, era
una omisión lógica, y la corona gramínea, la simple corona de hierba concedida
a quien por su solo valor e iniciativa hubiese salvado a una legión o a un
ejército. La corona de hierba sólo se había concedido unas cuantas veces en la
historia de la república, la primera vez al legendario Lucio Sicio Dentato,
que había ganado nada menos que veintiséis coronas distintas, pero sólo una
corona gramínea; a durante la segunda guerra contra Cartago, Publio Decio
Mus que la había ganado en la primera guerra samnita, y Quinto Fabio Máximo
Verrucosis Cunctator, por ir a la zaga de Aníbal por toda Italia, evitando que
cayera en la tentación de atacar a Roma.
( C. McC. )
No hay comentarios:
Publicar un comentario