Ptolomeo
XII Neo Dioniso Filopator (en griego antiguo, Πτολεμαίος Νέος Διόνυσος) (h.112 – 51 a. C.) más conocido
como Auletes (el flautista), y también como Nothos (el bastardo). Faraón de la
dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto (80 – 58 a. C. y 55 – 51 a. C.).
La
dinastía Ptolemaica descendía de una larga dinastía de soberanos macedonios que
habían reinado sobre los egipcios desde la muerte del conquistador Alejandro
Magno y a los que se conocía con el nombre de Ptolomeos Lágidas. Al parecer
Ptolomeo XII fue un mal gobernante y un rey que descuidaba a su pueblo. Por
ello, no fue muy respetado y su sobrenombre «aulettes», que en griego significa
«flautista», era porque, según se decía, Ptolomeo XII le dedicaba más tiempo a
la música que a gobernar. En efecto, Ptolomeo XII era un gran aficionado a las
fiestas y los banquetes, durante los que solía emborracharse y exhibirse con la
flauta. Frente a las dificultades que asolaban el país, el faraón manifestaba
una gran despreocupación y era habitual que su respuesta fuera la práctica
intensa de la corrupción. Además, vivía atemorizado con la posibilidad de que
le destronasen y los romanos explotaban este temor recordándole periódicamente
que existía un supuesto testamento de su predecesor, Ptolomeo XI, en el que
éste legaba Egipto a Roma.
Ptolemaios
Neos Dionisos Filopator Filadelfos era hijo de Ptolomeo IX Sóter II y de madre
desconocida, y esta condición de hijo bastardo hizo que durante todo su reinado
hubiera de buscar fuertes apoyos en Roma (potencia hegemónica del momento) para
contrarrestar esa insuficiente legitimidad regia.
En
103 a. C. fue enviado por su abuela, la reina Cleopatra III, junto con su
hermano y su primo Alejandro II, a la isla de Cos para refugiarse. En 88 a. C.
fue capturado por Mitrídates VI del Ponto, y según Cicerón en 80 a. C. se
encontraba en Siria. Ese mismo año, tras las violentas muertes de Berenice III
(su medio hermana) y Ptolomeo XI Alejandro II, los dos últimos miembros
completamente legítimos de la dinastía en Egipto, el pueblo de Alejandría le
ofreció el trono, que aceptó.
Al
poco de llegar al país se casó con Cleopatra V Trifena, que quizá fuera su
hermana (hecho frecuente en los matrimonios regios ptolemaicos). En 76 a. C. se
celebró su ceremonia de coronación mediante los ritos egipcios. A pesar de que
tuvo lugar en Alejandría y no en Menfis como era tradicional, la presencia del
sumo sacerdote de esta ciudad indica que contó con el apoyo del poderoso clero
egipcio, que a cambio obtuvo grandes donativos del rey.
En 65
a. C. la facción popular cuestionó en el Senado romano la legitimidad del
faraón y planteó incluso la posibilidad de que Alejandro II hubiera pretendido
legar Egipto al pueblo de Roma. Los optimates se opusieron a la anexión.
Mientras tanto Auletes intentaba recabar el apoyo del cónsul y general Cneo
Pompeyo Magno enviándole ayuda militar a Judea. También sobornó a Julio César,
uno de los cónsules del año 59, con 6.000 talentos, a cambio de lo cual éste
hizo aprobar una ley que reconocía su legitimidad.
A
pesar de dicho reconocimiento, Roma no incluyó en él a Chipre, que se anexionó
en 58 a. C. ante la pasividad de Auletes. La isla estaba gobernada por su
hermano, que al ver que aquel no le defendía, se suicidó.
La
pérdida de Chipre provocó en Egipto un airado levantamiento popular contra
Auletes, que viajó a Roma en busca de ayuda militar para sofocarlo. Quedaron
como regentes su esposa Cleopatra y la hija mayor de ambos Berenice IV. Tras la
muerte de la primera en 57 los alejandrinos proclamaron reina única a la
segunda y enviaron representantes a Roma para defender su legitimidad ante el
Senado, que debía pronunciarse al respecto. Auletes, que residía en casa de
Pompeyo, intentaba ganarse el respaldo de los senadores mediante cuantiosos
sobornos que le obligaron a aumentar los impuestos en Egipto e incluso a
contraer deudas con prestamistas romanos. Organizó además el asesinato de
delegados alejandrinos. A fines de 57 a. C. el Senado aprobó una resolución
favorable a Auletes, pero un augurio desanconsejó otorgarle ayuda activa. El
rey marchó entonces a Éfeso.
En
55, con la promesa de pagarle 10.000 talentos, Auletes consiguió el apoyo de
Aulo Gabinio, procónsul de Siria y lugarteniente de Pompeyo, y recuperó el
trono de Egipto con un ejército romano. La caballería de este ejército estaba
dirigida por un oficial de veinticuatro años, Marco Antonio, que con el tiempo,
acabaría siendo soberano de Egipto junto a otra de las hijas de Auletes,
Cleopatra VII. Luego de entrar vencedor en Alejandría, mando ejecutar a su hija
Berenice. El volumen de las deudas que había contraído era tal que tuvo que
nombrar a su mayor acreedor romano, un banquero llamado Rabirio, ministro de
finanzas. Este pensaba asegurarse así la devolución de al menos la cantidad
prestada, pero al año siguiente tuvo que huir del país a causa de una revuelta
popular.
Poco
antes de morir (51 a. C.) Auletes nombró corregentes a sus hijos: la famosa
Cleopatra VII, que contaba dieciocho años y Ptolomeo XIII de apenas diez. También
les designó herederos del reino bajo la custodia de Roma. Por supuesto, para
poder gobernar juntos, tuvieron que casarse según lo permitía la ley de los
Lágidas.
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