Los pastores romanos eran
esclavos duros, robustos e independientes. Eran luchadores, pues tenían que
estar preparados para sobrevivir en la naturaleza, donde los lobos y los
bandidos eran algo rutinario, y los osos no les eran desconocidos. Los pastores
esclavos habían formado el núcleo de las grandes Guerras Serviles sicilianas.
Los pastores habían apoyado al rebelde lusitano (portugués) Viriato durante sus
ocho años de guerrilla contra los conquistadores romanos (147- 139 a.C.). El
rebelde romano que entonces luchaba en Hispania, Sertorio, también había sacado
a muchos de sus seguidores de entre los pastores.
Los romanos podían permitirse
malos generales y ejércitos derrotados. De hecho, la historia romana estaba
llena de fracasos, desde el rio Alia hasta las Horcas Caudinas y Cannas. Los
romanos podían perder muchas batallas, siempre y cuando vencieran en la última.
El acorazado sistema politico y los completos recursos de población de Roma le
daban la voluntad y la mano de obra para terminar una tarea difícil.
( Barry Strauss en "La
guerra de Espartaco")
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