Tengo setenta y cinco años, pero me comentan que no estoy diferente de cuando tenía cuarenta años, y todavía soy capaz de realizar el acto sexual casi en cualquier momento. Esta vitalidad repugna a Hipia, que ha envejecido notablemente en los últimos años, aunque parece deleitar a algunas mujeres jóvenes de un cierto barrio de Atenas.
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