En tiempos de guerra civil,
ejercer de flamen resulta de lo más inapropiado pese al prestigio del cargo,
porque entre las muchas supersticiones y tabúes que rodean a los flámines, hay
dos que los hacen totalmente ineficaces en tales periodos: primero, no les está
permitido mirar a un cadáver, y segundo, les está prohibido acercarse a un
ejército.
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