Juegos olímpicos en la antigüedad, los
más famosos de los cuatro juegos antiguos celebrados por los griegos; los otros
tres eran los juegos ístmicos, los píticos y los nemeos. Los juegos olímpicos
se celebraban en verano, cada cuatro años (periodo llamado olimpiada), en
Olimpia, el emplazamiento del santuario más importante del dios Zeus. La primera olimpiada data del
776 a.C., aunque los juegos, lo más probable, es que empezaran antes.
A principios del año de los juegos, se enviaban mensajeros a
todo el mundo griego para invitar a las ciudades-estado a homenajear a Zeus.
Éstas enviaban delegaciones para competir en esplendor y en actividades
atléticas con otras delegaciones. En las competiciones sólo podían participar
hombres honorables de ascendencia griega y durante su celebración se cumplía la
denominada tregua olímpica que implicaba la paralización de los conflictos
bélicos.
Los juegos pasaron de ser un festival de atletismo y lucha
que duraba un día, a convertirse en una celebración de cinco días con
diferentes pruebas, en el 472 a.C., y en el 350 a.C. adquirieron las
características definitivas que les hicieron tan célebres para la posteridad.
No se conoce con precisión el orden de las pruebas, pero el primer día se
dedicaba a los sacrificios. El segundo comenzaba, con toda probabilidad, con
carreras pedestres, para las cuales los espectadores se reunían en el estadio,
una zona rectangular rodeada por bancos de tierra en pendiente. Los otros días
se celebraban luchas, boxeo y el pancracio, una combinación de las dos.
En un principio, el objetivo de estos deportes era arrojar a tierra al
antagonista tres veces. El boxeo se hizo cada vez más duro; al principio los
pugilistas se envolvían los dedos en tiras de cuero blando para amortiguar los
golpes, pero más tarde se usó cuero duro, e incluso le añadían metal para
aumentar el peso. En el pancracio, el deporte más riguroso, la competición
continuaba hasta que alguno de los participantes reconocía la derrota.
Aunque sólo los más ricos podían participar en las carreras
de caballos, en las que cada participante era dueño de su caballo, este tipo de
competición fue una de las atracciones más populares. A la carrera de caballos
le seguía el pentatlón, una serie de cinco pruebas: velocidad, salto de
longitud, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco y lucha; se desconoce
su orden exacto y el método usado para determinar al ganador. El disco era un
plato de bronce, lo más probable en forma de lente; la jabalina se arrojaba con
la ayuda de una cinta enrollada en el asta, que producía un movimiento de
rotación dándole una mayor distancia y precisión. La prueba de salto era de
longitud, no de altura. La prueba de clausura se trataba de una carrera en la
que los atletas corrían con la armadura puesta. Los ganadores recibían como
premio guirnaldas de olivo y otorgaban fama a sus ciudades de origen. Con
frecuencia los poetas les convertían en celebridades, y vivían el resto de sus
vidas a costa del erario público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario