Un día a Escipión el
Africano le llamaron al Senado. La cosa era grave; había pruebas de corrupción
por su parte, de meter mano al Erario y de tropelías sin fin. Fue, no había
remedio. Escuchó en silencio una lista de acusaciones de las cuales la más
pequeña hubiera bastado para su ajusticiamiento o tal vez le hubieran dejado
que se suicidara; ni siquiera intentó disculparse o negarlo, porque era
imposible. Luego pidió la palabra ante la lógica expectación de los presentes y
el pueblo. Se limitó a decir que ese día era aniversario de su victoria en Zama
ante Aníbal, y lo que había que hacer era celebrarlo y olvidar esas
“pequeñeces” contables, de las cuales se le acusaba de haber robado 4 millones
de sestercios al erario público, cuando él había aportado al tesoro romano poco
más de 200 millones de sestercios. Como tenía un grupo de partidarios
preparados, unos aplaudieron la insólita moción y otros intentaron partirle la
cara sin conseguirlo ante tan disciplinado militar, al que protestó ante tan
monumental nuestra de cinísmo, ya que la corrupción y los sobornos eran algo
muy habitual en la política de la Antigua Roma. Pero la multitud se fue a
celebrar la fiesta preparada por Escipión y más tarde él huyó de Roma y murió
llamando a la Urbe “patria ingrata, jamás tendréis mis huesos”; por lo que se
ve no le habían dejado robar bastante, si apenas robó unos 4 millones de
sestercios por un lado y habiendo aportado por el otro lado poco más de 200
millones de sestercios procedentes de los botines de guerra de las cuales era
el vencedor, y jugándose la vida por Roma.
Ya de forma anterior a esos
hechos, ya había sentado precedente cuando su enemigo político Catón, que tenía
un gran rencor personal contra Escipión, fue el principal instigador de la
acusación de corrupción contra el mencionado Escipión, que dijo sobre él en el
Senado: " No sé qué hacerme de un
cuestor tan exacto: tengo que dar cuenta de las empresas, no de los
gastos" A lo que Escipión, tras escuchar esa acusación, subió a la tribuna del Senado y le respondió
del siguiente modo: " Romanos, con
los auspicios de los dioses, vencí en África a Aníbal y a los cartagineses.
Subamos al Capitolio a dar gracias a los numenes y a rogarles que nos concedan
siempre jefes que se me parezcan", con lo cual al final le siguieron,
incluso los acusadores.
Y en otra ocasión a la que
me refiero al principio, y acusado su hermano lucio por los mismos hechos,
quitó Escipión los registros de manos de los tribunos y los rompió en varios
pedazos, tirándolos por el suelo del Senado y diciendo: "No rendiré
cuentas de cuatro millones de sestercios, yo que hice entrar en el Tesoro
doscientos millones, sin conseguir para mi otra cosa que el dictado de
Africano".
Un poco mal ducume tado y bastante osco y simple ese aetuculo, recomiendo documentarse más para no escribir tanta sandez.
ResponderEliminardebió buscarse un buen abogado y bien retribuido. no es suficiente tener la razón en un ambiente tan litigante y corrupto como la Roma de esa época.Tanta gloria y grandeza para terminar como un pordiosero.
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